Las mujeres egipcias desafían el uso del velo
Decidieron cuestionar el uso del hiyab, actitud considerada un pecado en el
islam. Sin embargo, siguen orando, ayunando y leyendo el Corán.
Cuando
Asmaa decidió quitarse el "hiyab", el velo que le cubría la cabeza,
sabía que le esperaba una larga lucha contra las presiones y criticas de su
familia y su entorno, en un país, Egipto, donde cubrirse el cabello está
considerado un deber religioso.
Antes de descubrirse la cabeza, Asmaa, de 25 años, estuvo un año y medio
intentando convencer a su familia "conservadora" de que le
permitieran quitarse el velo. Además, según cuenta a Efe: "como mi padre
estaba enfermo tenía miedo de que al quitármelo se pusiera peor".
Esta joven egipcia, que trabaja como periodista en un medio local, opina que es
la sociedad la que obliga a las mujeres a llevar el pañuelo en la cabeza. Para
ella, no es "un deber religioso" y prueba de ello, según dice, es que
"en los años sesenta no había muchas mujeres veladas".
"Pero luego, por la islamización de la sociedad muchas mujeres comenzaron
a llevarlo", continúa.
Su opinión, sin embargo, no es compartida por Dar al Iftaa, la principal
autoridad egipcia encargada de emitir fatuas (edictos religiosos). Sobre este
asunto, su portavoz, Hani Dawa se muestra tajante: el velo "es una
obligación en el islam y quien no lo lleva es una pecadora".
Dawa explica a Efe que cuando una mujer solicita consejo a esta institución
religiosa sobre la posibilidad de quitarse el "hiyab" le recomiendan
que no lo haga.
"Simplemente le decimos que es una obligación, que está prohibido
quitárselo y que hay que mantenerse firmes", dijo Dawa, quien, no
obstante, concluye: "Al final, la mujer es libre en su decisión, pero es
un pecado".
Para Asmaa, la revolución egipcia de 2011, con sus promesas de igualdad,
dignidad y justicia social, ejerció una gran influencia en muchas jóvenes.
"Si no tuve miedo de enfrentarme a los tanques en las manifestaciones,
¨cómo iba a tener miedo de tomar esa decisión?" se pregunta, antes de
precisar, que a pesar de su determinación se desprendió del "hiyab"
progresivamente.
La periodista cuenta que, en un primer momento, su familia le obligó a llevarlo
por la calle, aunque después se lo quitara en el trabajo.
En la redacción de su periódico, sufrió el rechazo de algunos compañeros y la
incomprensión de otros. Incluso cuando cambió la foto de su perfil en Facebook,
también recibió presiones por parte de algunos amigos que intentaron
convencerla de que volviera a cubrirse.
Cuenta como un colega dejó de saludarla, mientras que otros compañeros
empezaron a preguntarle si seguía rezando o ayunado en el mes de Ramadán.
Sin embargo, reconoce que algunos compañeros y compañeras también le
felicitaron por su decisión.
"Yo sigo rezando, leyendo el Corán y ayunado" insiste, antes de
subrayar que quitarse el velo no tiene nada que ver con la fe. Para ella, es
una "cuestión personal" sobre la que todo el mundo acaba
entrometiéndose, por lo que para "tomar esa decisión hay que ser valiente
para decir a todo el mundo: 'déjadme en paz'"
Esraa Ramadan, de 28 años, explica a Efe que para ella, la decisión de
prescindir del velo no fue tan traumática.
"Mi familia es moderada y no tuvo problemas cuando decidí quitármelo"
dice Esraa, quien confiesa que se sentía "escondida dentro del velo".
Asegura que se veló cuando estaba en el bachillerato: "Solo porque todas
las chicas de la escuela llevaban velo excepto yo y mis compañeras cristianas.
Por eso, decidí llevarlo".
Esraa, que trabaja como maquilladora, cuenta, al igual que Asmaa, que se animó
a desprenderse del velo tras el levantamiento contra el expresidente egipcio
Hosni Mubarak en 2011.
Entonces, explica, su personalidad cambió mucho, se volvió "fuerte" y
tomó la decisión "sin dudarlo".
Según Esraa, al igual que ella, tras las revolución de 2011, otras jóvenes se
animaron a quitarse el velo.
"El fenómeno se propagó entre las chicas y, por ejemplo, tres de mis
amigas se lo quitaron" asegura la joven, que insiste en que para ella no
fue "difícil" prescindir del pañuelo.
"Apóstata", le gritó a Nada al Hariri, de 27 años, su madre cuando
esta le comentó, el pasado abril, que iba a salir a la calle sin velo.
A pesar del rechazo manifiesto de su madre y de que sabía que llevar el
"hiyab" es "una obligación impuesta por la sociedad", Nada
tomó la determinación de salir con la cabeza descubierta.
"Me sentí más tranquila al andar por la calle sin el velo, pude notar como
el aire jugaba con mi cabello, después de diez años con la cabeza cubierta. Eso
es todo lo que quería", expresa a Efe.
Por todo esto, Asmaa insiste en que en Egipto, donde la palabra para referirse
a una mujer sin velo -"safera"- es también utilizada, a veces, de
manera despectiva como sinónimo de descarada, "la mujer que se quita el
'hiyab' es muy valiente y tiene que tener mucha confianza en sí misma".
Fuente: EFE
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