Lucas 9,11b-17
«11 Pero, sabiéndolo, las muchedumbres le siguieron [a Jesús]. Y, acogiéndoles, les hablaba sobre el Reino de Dios y a los que tenían necesidad de curación les curaba.
12 Pero el día comenzó a declinar y, acercándose los Doce, le dijeron:
“Despide a la muchedumbre para que, yendo a los pueblos y aldeas del contorno, encuentren alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar desértico”.
13 Él les dijo: “Dadles vosotros de comer”.
Pero ellos respondieron:
“No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente (laos)”.
14 Pues había como cinco mil varones.
Él dijo a sus discípulos [cf. v. 10: apóstoles]:
“Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta”.
15 Lo hicieron así y acomodaron a todos.
16 Tomando entonces los cinco panes y los dos peces, levantando los ojos al cielo, los bendijo y los partió y los daba a los discípulos para que los fueran sirviendo a la muchedumbre.
17 Comieron y fueron saciados todos. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos».
CONTEXTO
Nuestro texto se encuentra al final de la misión de Jesús en Galilea (Lc 4,14-9,50), que culmina con la misión de los discípulos, que son los continuadores de la obra de Jesús (9,1-6).
Es importante, pues, contemplar qué hace y qué dice Jesús en esos capítulos para saber qué hacer y qué decir nosotros como discípulos aplicados.
Después de nuestro texto, se plantea la identidad de Jesús (9,18-21); los anuncios de la pasión, entre los que queda insertado el episodio de la Transfiguración (sigue el tema de la identidad) (9,22-45) y el comienzo de la gran sección de la “subida” a Jerusalén (9,51-19,27), que comienza precisamente con la misión de los 72 (10,1-20).
Es importante destacar que el texto de la multiplicación de panes (catequesis sobre la Eucaristía) está en medio de dos misiones a realizar: la Eucaristía no es un “hecho-en-sí”, sino que está orientada como fundamento-alimento de la misión evangelizadora.
TEXTO
Estamos ante una hermosa composición en contrapunto que tiene 4 partes:
a) la situación inicial (v. 11) hace de quicio con la parte inicial de la perícopa, que no aparece en el texto litúrgico: la muchedumbre sigue a Jesús y Jesús la acoge;
b) en contraposición, la primera parte del texto (vv. 12-14a): los discípulos (que habían sido presentados como apóstoles) toman la iniciativa (cosa que no deben hacer) y piden que Jesús actúe en sentido contrario, que despida a la gente. Jesús les implica en alimentar a la muchedumbre;
c) en contraposición, la segunda parte del texto (vv. 14b-16): Jesús toma la iniciativa (es el Maestro) y los discípulos actúan como tales, obedeciendo; relato eucarístico;
d) la situación final, en consonancia con la inicial (v. 17): todos son saciados (como antes habían sido atendidos en otras necesidades).
ELEMENTOS A DESTACAR
La contraposición “acoger-despedir” marca la diferencia de estilos entre Jesús y sus discípulos, igual que la imposibilidad de remediar la necesidad por parte de los discípulos frente a Jesús. Es una manera (Jn lo diría de otra forma) de señalar que sin Jesús no podemos hacer nada, y que tenemos que cuidar muy mucho nuestro estilo discipular para no ir “a la contra” de Jesús.
La iniciativa no la podemos llevar nosotros, en cuanto discípulos, sino que la tiene que llevar Jesús, Maestro y Señor. Exige acoger la realidad y discernir desde Jesús cómo actuar en ella. Jesús consigue hacer que los discípulos afronten el problema a partir de ellos mismos, a partir de los medios de que disponen: ponernos en disposición al servicio del Reino hoy y aquí.
El relato de multiplicación (que no se explica) es sorprendentemente parecido al relato de la institución de la Eucaristía (cf. 22,19). La Eucaristía debe llevar a la “multiplicación de los panes y peces”, al compartir, a preocuparnos de las necesidades concretas del prójimo, a implicarnos como Jesús en la misión.
Los doce cestos sobrantes equivalen a los doce discípulos: la misión continúa y nuestro encargo es atender hoy como ayer las necesidades de la gente y ofrecer nuestra mediación de modo que las gentes puedan encontrarse con el verdadero alimento, Jesús y su mensaje.
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