lunes, 4 de mayo de 2015

Senén Vidal, 

Hechos de los apóstoles y Orígenes cristianos

Xabier Pikaza


Reflexión sobre Senén Vidal, Hechos de los apóstoles y orígenes cristianos, Sal Terrae, Santander 2015, 176 págs. Se trata de una obra clave en el panorama de los estudios bíblicos en lengua castellana, una obra de autoridad en la interpretación de los orígenes cristianos.

Hace unos veinte años se discutió con pasión el tema de la historia de Jesús. Actualmente (2015), ese tema parece menos candente. Sin duda, ese tema sigue apasionando a muchísimos autores y lectores, de forma que son muchos los que tratan (tratamos) de plantearlo del mejor modo posible. Pero hoy importa más y se discute de manera más apasionada el surgimiento y sentido de la Iglesia, pasando así de Jesús a sus primeros seguidores.
Otros grandes “testigos” (Marcos y Mateo, Pablo y Juan…) no tuvieron necesidad de escribir una historia de la iglesia, porque a su juicio el origen y sentido de la iglesia se hallaba vinculado de tal forma a Jesús que resultaba imposible estudiarlo de manera separada. El primero que ha dado “autonomía” a la historia de la iglesia, dedicándole un tratado ha sido Lucas, autor de dos obas complementarias: El evangelio de su nombre y el libro de los Hechos de los Apóstoles.
De tal forma y con tal autoridad ha escrito Lucas este segundo libro (Hechos) que ha marcado hasta el día de hoy la visión de la historia de la Iglesia. Sólo ahora, a comienzos del siglo XXI, estamos descubriendo plenamente (al menos desde una perspectiva católica) el carácter especial del libro de los Hechos, que no cuenta “la” historia de la iglesia primitiva, sino que ofrece una interpretación muy particular de esa historia, en línea de “tesis”.
Por eso, sólo “de-construyendo” la interpretación del libro de los Hechos, recuperando sus posible materiales más antiguos y fijando sus líneas de interpretación, para valorar plenamente otras fuentes del NT (Pablo, tradición evangélica etc.) podemos “re-construir” la historia de la Iglesia (o mejor, de las iglesias) del principio.
Desde ese fondo se entiende esta obra de Senén Vidal, el autor de más autoridad sobre este tema en lengua castellana.
(a) Esta es, ante todo, una obra de “de-construcción”: S. Vidal va rastreando y recuperando las tradiciones más antiguas del libro de los Hechos, que no concuerdan plenamente con la intención del autor de la obra.
(b) Sólo así, reconociendo los materiales más antiguos y fijando la intención histórico-teológica de Lucas, podemos interpretar mejor el origen del cristianismo.
1. Lucas-Hechos, una obra doble
Entre el 90 y el 100 d.C., un cristiano culto, de origen probablemente pagano, que pudo haber sido prosélito judío y conocía bien la Biblia Griega (los LXX), quiso escribir la primera historia de Jesús y de su movimiento, siguiendo modelos judios y helenistas. Su relato empieza así: «Ya que muchos han intentado componer un relato (diéguesis) de las cosas (pragmatôn) que han sucedido entre nosotros, según aquello que nos han transmitido los primeros testigos oculares, conver¬tidos en servidores de la Palabra, también yo, después de investigar todo con diligencia, desde los orígenes, he decidido escribírtelo con orden, ilustre Teófilo, para que compruebes la solidez de las enseñanzas que has recibido» (Lc 1, 1-4).

Ese cristiano a quien solemos llamar con la tradición “Lucas” (aunque quizá ese no fuera su nombre) escribió una obra de dos partes (Lc y Hech), algunos dicen que en Roma, porque allí culmina la segunda parte (Hechos), otros piensan que en Éfeso (o incluso en Corinto), porque su modelo de iglesia cristiana responde a esas iglesias que, por otra parte, están muy vinculadas, en un plano político y cristiano.

Senén Vida se inclino por Éfeso, por la importancia de ese iglesia, porque en su entorno surgieron las cartas de la cautividad (Colosenses y Efesios) y porqué allí se escribirán más tarde el Apocalipsis y las Cartas Pastorales. Ciertamente, según Hechos, Roma es para Pablo el punto de llegada, pero el lugar de su último mensaje o «testamento» es Éfeso (cf. Hch 20, 17-38).
Todo nos permite suponer que en este momento (en torno al 90/100 d.C.) la memoria de Pablo no es todavía dominante en Roma, una Iglesia de tipo más judeo-cristiano, quizá más vinculada a Pedro (cf. cap. 18), mientras que Éfeso constituye el lugar de cruce de la mayor parte de las tendencias cristianas, porque allí pervive la tradición paulina y porque allí llegaron diversos grupos judeo-cristianos, tras la guerra del 67-70 d.C. Por eso, se puede pensar que Lucas debió escribir su obra doble en Éfeso… y lo hace de maneras muy distintas.
(a) Sabemos mejor la manera en que Lucas compone su evangelio, porque no sólo conocemos sus fuentes básicas (Marcos y Q), sino también otras obras con las que la suya puede compararse (Mateo y Juan). No tenemos, pues, una “historia evangélica” de Jesús, sino cuatro, y el evangelio de Lucas es una de ellas.
(b) Pero la situación respecto a Hechos es totalmente distinta, pues no conservamos sus fuentes (de manera que sólo podemos recuperarlas rastreando su texto)…, ni tenemos otras “historia alternativas”, escritas, por ejemplo desde la perspectiva de la misión judeo-cristiana de Santiago, ni desde la perspectiva posterior de Pedro, ni desde la iglesias de Siria o de Asia Menor. El libro de los Hechos ha quedado así como “testimonio indiscutido” de una historia de la Iglesia que ha sido mucho más rica y discutida.
2. Hechos, una historia parcial
Lucas ha sido el escritor cristiano que ha tenido una conciencia más clara de un tipo de identidad social de la Iglesia y del lugar que ella ocupa en la historia, como un movimiento mesiánico derivado de Jesús, con su propia “entidad” (identidad) en el mundo. Su historia es una historia de “tesis”: No cuenta cómo pasaron las cosas, sino como se entienden desde la perspectiva de una misión paulina que ha desembocado en Roma. Desde ese fondo se entienden los dos polos de su obra:
1. El polo judío forma la raíz, que se debe mantener , pues constituye es el origen y destino israelita de Jesús (todo Lc), el principio jerosolimitano de la iglesia (Hch 1-15). Desde ese fondo, Lucas “idealiza” los orígenes jersolimitanos de la iglesia, en torno a Pedro y a los doce (en contra del origen real de las iglesias o comunidades que fue mucho más amplio y plural, desde el principio).
2. El polo helenista o romano constituye el encuadre final y definitivo de la iglesia, que ha llegado a Roma, donde Pablo está preso, pero anuncia abiertamente el evangelio (Hch 28). Esa visión de la Iglesia madura ya, centrada en Pablo que llega Roma es muy sugerente, pero deja a un lado otras perspectiva e iglesia (en especial las del polo de Siria o de Asia Menos).
Dentro de ese doble entorno (judío y romano), sabiendo que la restauración del reino de Israel queda pendiente (Hch 1, 6-7), en manos de Dios, Lucas quiere escribir aquella que, a su juicio, es la historia central de la iglesia, que va de Jerusalén a Roma. Esa ha sido una opción trascendental para la historia posterior del cristianismo. Indudablemente, Lucas sabe había otras “historia” y que podrían contarse otras visiones de la Iglesia y que la historia de los primeros cristianos se podría haber escrito de manera diferente. Pero, a su juicio, en el fondo de las diversas iglesias late y se expresa un único camino, una trayectoria que va de Jerusalén a Roma.
Conforme a Lucas, esa visión unitaria de la iglesia, que va avanzando de Jerusalén a Roma, está fundada en la obra del Espíritu Santo, que aparece así como auténtico protagonista del relato cristiano. Ciertamente, hay personajes importantes que dominan por un tiempo la trama (los Doce y Pedro, los helenistas y Esteban, Felipe, Santiago…), pero todos ellos acaban quedando siempre en un segundo plano. Actúan por un momento y desaparecen (cumplida ya su función), de manera que la unidad y continuidad de la Iglesia queda garantizada por la acción del Espíritu, que va llevando a la Iglesia desde Jerusalén (con los Doce y Pedro), hasta Roma, que llega para ser juzgado hasta la capital del imperio. Éste es el sentido de la trama del libro:
Recibiréis la Fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros. Y seréis mis testigos en Jerusalén, y en toda Judea y en Samaria, y hasta los confines de la tierra. Y diciendo en estas cosa, mientras ellas miraban fue elevado (Hch 1, 8-9)
Ésta es la trama, que va pasando de Pedro y los Doce, a través de la misión de los helenistas, por medio de Pablo, que ocupa todo el centro de la trama, desde Hech 15 en adelante, como portador de un camino de evangelio que llega a Roma.
3. De la historia central a las “historias truncadas” (es decir, no narradas).

Ésta es para Hechos la “historia central”, que nos lleva de la Iglesia unitaria de Jerusalén a la Iglesia de Roma. Con esa historia ha tenido Lucas una visión unitaria del Cristianismo. Pero en fondo va dejando cabos sueltos, con los helenistas y Esteban, con Felipe y las iglesias de Galilea, de Damasco y de Samaría… Va dejando historias truncadas, como la de los parientes de Jesús y las mujeres, con los cristianos de Alejandría y la misión de los “judaizantes”, en competencia con Pablo.

Para recuperar esas “historia truncadas” ha escrito Senén Vidal esta impresionante “deconstrucción” creadora del libro de los Hechos. Lo hace de un modo sobrio, acudiendo siempre a los textos e interpretándolos de primera mano, con autoridad propia, apelando siempre a su propio magisterio, tras cuarenta años de intensa enseñanza bíblica.

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