jueves, 28 de mayo de 2015

HOMENAJE A OSCAR ROMERO

     No hay palabra escrita que pueda superar  la pronuncia por Oscar Romero, vivida con entrega, coherencia y una lucidez que sólo puede venir de un verdadero hombre de Dios. Recordemos su mensaje, el del nuevo Santo, que desde el primer momento, ya fue beatificado por su pueblo. Es la mejor garantía de su autenticidad.

     “Si alguna vez nos quitaran la radio, nos suspendieran el periódico, no nos dejasen hablar, nos mataran a todos los sacerdotes y al obispo también y quedaran ustedes, un pueblo sin sacerdotes, cada uno de ustedes tiene que ser un micrófono de Dios, cada uno de ustedes tiene que ser  un mensajero, un profeta. ¡Siempre existirá la Iglesia mientras haya un bautizado!”

     “He sido frecuentemente amenazado de muerte. Debo decir que, como cristiano, no creo en la muerte sin resurrección: si me matan resucitaré en el pueblo salvadoreño. Lo digo sin ninguna jactancia, con la más grande humildad. Como pastor, estoy obligado por mandato divino a dar la vida por quienes amo, que son todos los salvadoreños, aún por aquellos que vayan a asesinarme.

     Si llegaran a cumplirse las amenazas, desde ya ofrezco a Dios mi sangre por la redención y por la resurrección de El Salvador. El martirio es una gracia de Dios que no creo merecer. Pero si Dios acepta el sacrificio de mi vida, que mi sangre sea semilla de libertad y la señal de que la esperanza será pronto una realidad.

     Mi muerte, si es aceptada por Dios, sea para la liberación de mi pueblo, y como testimonio de esperanza en el futuro. Pueden decir, si llegasen a matarme, que perdono y bendigo a quienes lo hagan.

     Ojalá así se convenzan de que pierden el tiempo. Un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, no perecerá jamás” (San Romero de América)


SAN ROMERO DE AMÉRICA.


Mataron tu cuerpo,
mas no tu palabra,
ni tu espíritu,
tu fuerza,
tu coraje,
tu audacia,
tu lucha, 
tu valentía,
tu esperanza.

La bala derribó
a un pastor honesto, 
puso al descubierto
la negrura
del pecado,
del asesino,
los asesinos;
y dejó un pueblo indefenso,
masacrado, 
torturado,
mucho más roto.

Y puso al descubierto
- también -
tu amor,
un amor sin límites, 
audaz,
en sangre gota a gota 
derramado.
Un amor
que ha sacudido
las conciencias,
- las sigue sacudiendo - 
como las sacudiese 
aquel otro
del Divino traspasado.

Un amor
tan de darse,
tan de entrega,
tan lúcido,
tan cabal
- el amor -
tan honrado.

Mataron tu cuerpo,
Monseñor,
mas no tu palabra.
Siempre ha de quedarnos
sí, Romero, San Romero,
para siempre
la inmensa luz
de tu inmensa santidad,
en nuestro horizonte 
definitivamente gravada.

             

               (Paco bautista, sma)

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