viernes, 8 de mayo de 2015


Apertura de las sesiones del Sínodo de hoy
Agencias

Las visiones de Kasper o Marx sobre los gays o los divorciados vueltos a casar contrastan con las de Müller

La Iglesia alemana marca la pauta de las reformas de Francisco para el Sínodo de la Familia

Las discusiones marcarán el futuro de la "Iglesia de la misericordia" por la que apuesta el Papa


 El mismo Papa Francisco quiere que confronten ideas, tratando de alcanzar acuerdos sin romper la comunión y siendo fieles al mensaje de Jesús
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Cardenal Marx y los premios de la Fundación Centesimus Annus

  • Cardenal Marx y los premios de la Fundación Centesimus Annus
  • Marx, Kasper y Severino Poletto, a la entrada del Sínodo
  • El cardenal Marx
  • El cardenal Müller
  • El cardenal Müller, a la entrada del Sínodo
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  • Marx, Kasper y Severino Poletto, a la entrada del Sínodo
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  • Marx, Kasper y Severino Poletto, a la entrada del Sínodo
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  • El cardenal Müller
  • El cardenal Müller, a la entrada del Sínodo
(Jesús Bastante/Agencias).- ¿Hasta dónde llega la "Iglesia de la misericordia"?¿Cuáles son los límites, si es que los hay? ¿Es posible una apertura a todas las realidades, o estamos ante el riesgo de un cisma en la Iglesia católica? La oposición a las reformas, capitaneada por el cardenal Burke, se atisba como una tormenta en las deliberaciones de cara al Sínodo de la Familia. Las respuestas de los obispos alemanes, desde el otro punto de vista, también.
Esta semana se conocieron las respuestas de la Iglesia alemana al cuestionario de la Secretaría del Sínodo, cuya segunda sesión se celebrará el próximo mes de octubre. Sobre el tapete, los acuerdos de una notable mayoría de padres sinodales acerca de una mayor escucha, atención y comprensión a las realidades sufrientes. Sin alcanzar los dos tercios, pero aprobadas por una gran mayoría -y como tal, temas de debate en esta próxima reunión-, la posibilidad de abrir la comunión a las "situaciones irregulares" (divorciados vueltos a casar, matrimonios civiles, uniones civiles), o una mayor atención al mundo homosexual.
La Iglesia germana, que históricamente ha marcado tendencia teológica respecto a los cambios, vive en los últimos años una pulsión entre reforma y tradición que se antoja imprescindible para entender los cambios que saldrán del próximo Sínodo de la Familia. Las disputas entre los cardenales Marx o Kaspercon el prefecto de Doctrina de la Fe, el también alemán Müller, muestran sin género de dudas las "dos almas" que conviven en la Iglesia católica. Y que el mismo Papa Francisco quiere que confronten ideas, tratando de alcanzar acuerdos sin romper la comunión y siendo fieles al mensaje de Jesús.
Así las cosas, los obispos alemanes apoyan dar la comunión a los divorciados vueltos a casar, ser tolerantes y dar la bendición a las segundas nupcias, acoger con un nuevo espíritu las convivencias y aprobar las uniones homosexuales. De hecho, desde hace años, muchas parroquias del país no piden el Libro de Familia para otorgar o no la comunión a sus fieles.
"La Iglesia debe dialogar con la sociedad plural de nuestro tiempo", afirmó el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich, y uno de los colaboradores del Papa argentino. Marx es miembro del Grupo de los nueve cardenales de los cinco continentes que ayudan a Francisco a gobernar la Iglesia.
Por contra, el cardenal Gerhard Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, muestra sus reticencias ante estos cambios, hasta el punto de, en una reciente entrevista con La Croix, afirmar que era necesario "estructurar teológicamente" el papado de Francisco.


Müller interviene cada vez con más frecuencia y protagonizó hace poco un serio incidente en el centro del ring vaticano con el cardenal Marx. Los obispos alemanes, sabiendo la contestación que se les viene encima por parte de los conservadores, dijeron que "no somos una filial de Roma: cada conferencia episcopal es responsable de la cura pastoral en su propio cultural y debe predicar el Evangelio en el propio modo original. No podemos esperar que un Sínodo nos diga como tenemos que moderar la cura pastoral del matrimonio y la familia".
El cardenal Müller respondió escandalizado que era "anticatólico" defender una posición de soberanía absoluta de una conferencia episcopal, cuando lo que prima es justamente la comunión con Roma y a la subordinación a la autoridad del Papa.
Ya los alemanes habían abierto el fuego del cambio radical el año pasado. Sandro Magister, el influyente vaticanista de "L'Espresso", que comulga más con los conservadores que con el Papa Francisco, escribió ayer en su "blog" que "los hechos hablan claro: en casi todas las diócesis alemanas ya se dan las absoluciones sacramentales y la comunión eucarística a los divorciados vueltos a casar".
La mayoría de los 24 millones de fieles católicos de Alemania, que tiene 80 millones de habitantes, están a favor de las grandes aperturas. El dogma de derecho divino establece que el matrimonio es indisoluble hasta que la muerte los separe y los que se divorciaron y casaron por el civil no tienen acceso a varios sacramentos, entre ellos el de la comunión.
La mayoría de los fieles y obispos alemanes creen en un "camino penitencial" que al parecer es corto y recorrido el cual los divorciados reciben la absolución y el acceso a los sacramentos. Las segundas nupcias, civiles, pueden ser bendecidas aunque no se las acepte como un matrimonio. Los cónyuges no católicos reciben también los sacramentos en muchas iglesias y se reconocen con simpatía y tolerancia las uniones "de las personas del mismo sexo".


El abismo es profundísimo entre las dos posiciones, mientras desde afuera llegan continuos pronunciamientos. El ultraconservador cardenal norteamericano, en práctica exiliado de la Curia Romana a la Orden de Malta por el Papa, impulsó un petitorio firmado por cuatro cardenales, 22 obispos y 225.000 fieles que le piden al Papa que defienda la doctrina tradicional. Quinientos curas ingleses reclamaron también a Francisco que se mantenga en la línea doctrinaria tradicional.
Muchos cardenales se están contando, con la mayoría que pide que todo siga como hasta ahora y que se encuentren alternativas que no afecten la doctrina. Bergoglio ha dicho y repetido que no tocará los principios doctrinarios. El cardenal canadiense Marc Ouellet, otro "ministro" estratégico de la Curia, que se ocupa de los obispos, aclaró ayer que "el carisma del Papa Francisco es muy positivo" y que "el Sínodo no quiere liberalizar la doctrina"."Debemos ser creativos, para discernir como sostener y ayudar las personas a vivir su vida cristiana en el matrimonio y la familia".


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