HOMENAJE.
“Son los árboles que dan fruto los que reciben las pedradas” (Galeano)
“Son los árboles que dan fruto los que reciben las pedradas” (Galeano)
El pasado
13 de abril de 2015 falleció Eduardo Galeano a los 74 años de edad por un
cáncer de pulmón en su ciudad natal de Montevideo. Ha sido siempre una mente
lúcida y profética. Estaba en desacuerdo cuando algún teólogo de la liberación decía ser voz de los
sin voz. Para él todas las voces eran lindas, únicas, dignas de ser escuchadas.
Galeano tenía un sentido del humor y del amor fuera de lo común. Estaba en
contra de la inflación palabraria –decía-
y cuidaba sus textos al máximo para
contar lo esencial con las palabras justas. Con su fina ironía nos ponía sobre
aviso: “Los que comienzan su discurso
diciendo: “Voy a ser breve” esos son los peores.” Dedicó su vida a prestar oído a los que él llamaba: invisibles y los visibilizó en infinidad de historias.
Recojo un
relato breve, de su libro “Los hijos de los días”. Los que en África han
trabajado en alfabetización valorarán estas emotivas líneas. Dice así:
Sergipe, nordeste de
Brasil: Paulo Freire inicia una nueva jornada de trabajo con un grupo de
campesinos muy pobres, que se están alfabetizando.
-
¿Cómo estás,
Joao?
Joao
calla. Estruja el sombrero. Largo silencio, y por fin dice:
-
No pude
dormir. Toda la noche sin pegar los ojos.
Más
palabras no le salen de la boca, hasta que murmura:
-
Ayer yo
escribí mi nombre por vez primera.
POEMA
HOMENAJE
Regresamos de un pasado
de agitadas olas de la memoria,
de días aciagos,
de laceradas heridas
que aún afloran en carne viva
en las venas abiertas de América Latina.
de agitadas olas de la memoria,
de días aciagos,
de laceradas heridas
que aún afloran en carne viva
en las venas abiertas de América Latina.
Regresamos de un túnel
en el que no era fácil ver la salida.
El olvido pacta siempre con la derrota.
Los expulsados de su propia tierra
son errantes, sin rumbo fijo,
gritos gélidos, algunos, demasiados ya
de una mar cada vez más indignada.
En este mundo patas arriba
hemos visto pasar estos años
como pasan las noches
de los inviernos más crudos.
en el que no era fácil ver la salida.
El olvido pacta siempre con la derrota.
Los expulsados de su propia tierra
son errantes, sin rumbo fijo,
gritos gélidos, algunos, demasiados ya
de una mar cada vez más indignada.
En este mundo patas arriba
hemos visto pasar estos años
como pasan las noches
de los inviernos más crudos.
Ahora es costoso regresar a uno mismo.
Las nuevas tecnologías cada vez capturan más adeptos.
Sin embargo todos queremos volver a la patria,
encontrar nuestra propia bandera
con nuestros nombres reconciliados
escritos en letras de molde.
Queremos mirarnos directamente a los ojos,
agradecer a Dios que nuestros pies y los suyos
coincidan con decencia juntos en el camino.
Que venimos de muy lejos, si, de muy lejos,
aunque nunca hayamos estado solos,
y paso a paso caminemos el horizonte de la utopía.
Las nuevas tecnologías cada vez capturan más adeptos.
Sin embargo todos queremos volver a la patria,
encontrar nuestra propia bandera
con nuestros nombres reconciliados
escritos en letras de molde.
Queremos mirarnos directamente a los ojos,
agradecer a Dios que nuestros pies y los suyos
coincidan con decencia juntos en el camino.
Que venimos de muy lejos, si, de muy lejos,
aunque nunca hayamos estado solos,
y paso a paso caminemos el horizonte de la utopía.
Y en lengua de los indios maya,
como diría Galeano, desnudando cada palabra,
hoy me atrevo a decir con su voz
que yo soy otro tú, que tú eres otro yo,
que vemos la vida que nos mira,
que miramos la vida que nos ve.
Descanse en paz el que visibilizó
a los que, aunque sea un poquito,
ahora son más visibles que antes.
como diría Galeano, desnudando cada palabra,
hoy me atrevo a decir con su voz
que yo soy otro tú, que tú eres otro yo,
que vemos la vida que nos mira,
que miramos la vida que nos ve.
Descanse en paz el que visibilizó
a los que, aunque sea un poquito,
ahora son más visibles que antes.
Paco Bautista, sma
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