In morte di un obispo
El 26 de abril de 1998 fue asesinado el obispo guatemalteco Juan José Gerardi. Su gente lo recuerda con una marcha silenciosa
ALVER METALLI
La marcha silenciosa comenzará dentro de pocas horas en la plaza de la catedral metropolitana y recorrerá las calles del centro de Ciudad de Guatemala hasta la casa parroquial de San Sebastián donde vivía, a poca distancia de la casa presidencial, y donde los pobres restos fueron llevados en abril de 2013. El cuerpo, refieren los testigos, después de la mortal agresión con piedras estaba tan desfigurado que solo pudieron identificarlo por el anillo episcopal y los posteriores análisis de laboratorio. Pasaron 17 años, pero los guatemaltecos no olvidan a Juan José Gerardi Conedera, su combativo defensor. Apenas 54 horas antes el obispo había difundido un informe sobre los actos de violencia que se cometieron entre 1960 y 1996, durante los años de los gobiernos militares, titulado “Guatemala nunca más”, que ya desde el mismo encabezamiento evoca el análogo argentino sobre los crímenes de la dictadura militar.
A la Oficina de Derechos Humanos del arzobispado de Ciudad de Guatemala, que fundó Gerardi y dirigió hasta su muerte, se unirán en la marcha silenciosa el Movimiento Gerardi, formado por grupos católicos, asociaciones de derechos humanos, parroquias y ONG de diversas extracciones, con representantes de las comunidades indígenas por las que tanto luchó el obsipo guatemalteco. El resultado del minucioso trabajo al que se había dedicado hubiera podido llevar a juicio a algunos militares, por crímenes de lesa humanidad en los años que siguieron a la firma de los Acuerdos de paz con la guerrilla, suscriptos en 1996. En junio de 2001 fueron condenados a 21 años de reclusión, como autores materiales del asesinato, el capitán Byron Lima, su padre, el coronel retirado Disrael Lima y el sacerdote Mario Orantes. Las organizaciones guatemaltecas de derechos humanos consideran, sin embargo, que todavía no se ha esclarecido la responsabilidad de los autores intelectuales del hecho.
Las analogías del asesinato de Gerardi con el del Romero, en el vecino El Salvador, son muchas. Por esa razón se ha previsto una nutrida participación de delegaciones guatemaltecas en la beatificación de monseñor Romero, el 23 de mayo, a cuarenta minutos de vuelo de Ciudad de Guatemala.
La biografía de monseñor Gerardi que publica el sitio de la Conferencia episcopal de Guatemala, recuerda cuando fue elegido obispo de El Quiché en 1974. “Eran los años en que la situación de violencia crecía mucho en este territorio, uno de los más pobres de Guatemala”. En El Quiché, dice el texto, “la lucha entre el ejército y la guerrilla se volvía cada día más fuerte, alcanzando situaciones terribles entre 1980 y 1983. Cientos de catequistas y directivos de las comunidades cristianas, casi todos mayas, fueron asesinados”.
Otro momento que se menciona en la biografía oficial se remonta a 1980, el año del asesinato de Romero, cuando monseñor Gerardi era Presidente de la Conferencia episcopal de Guatemala. “Aquel año –dice el sitio- viaja al Vaticano para asistir al Sínodo de la Familia. A su regreso, se le prohíbe el ingreso al país, por lo que viaja a San Salvador, donde no le dan asilo, y finalmente a Costa Rica, desde donde siguió siendo el Presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala”. Gerardi recién pudo volver a su país en 1982 y dos años después, en agosto de 1984, fue nombrado Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Guatemala y párroco, al mismo tiempo, de San Sebastián.
Las circunstancias que sellaron el destino de Gerardi ocurrieron en 1988, cuando la Conferencia Episcopal delegó a Monseñor Rodolfo Quezada Toruño (posteriormente creado cardenal por Juan Pablo II en 2003) y a monseñor Juan Gerardi para participar en la Comisión Nacional de Reconciliación que se forma ese año. Gerardi creó la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado, que se ocupa hasta hoy de tutelar los derechos de los desaparecidos o asume nuevos casos de violaciones. En este contexto comenzó el proyecto interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica, al que el obispo se dedicaba casi por completo. Cientos de testimonios desfilaron por las oficinas de la Comisión presidida por Gerardi, permitiendo reconstruir un cuadro de violaciones sistemáticas cometidas sobre todo por el ejército o grupos de civiles que actuaban junto a ellos en la obra de represión. Los cuatro volúmenes de la investigación documentan más de 54 mil casos de violaciones de derechos humanos, torturas, desapariciones, mutilaciones, masacres y estupros.
El resultado del trabajo se presentó al público el 24 de abril de 1998. El 26 de abril de 1998 Gerardi fue asesinado
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