miércoles, 8 de abril de 2015

col cervera

Antonio Piñero está recogiendo en los últimos años los frutos de 36 años de trabajo «en la sombra», de haber producido sobre todo en el ámbito técnico y académico pero sin dirigirse al gran público, para alzarse hoy como uno de los autores más prolíferos de temática religiosa en nuestro país. Este catedrático de filología griega en la Universidad Complutense, y experto reconocido a nivel mundial del Nuevo Testamento, muestra con orgullo a ABC el borrador final de su nueva obra: «Guía para entender a Pablo de Tarso. Una introducción al pensamiento paulino», que será publicada en los próximos meses por la Editorial Trotta. Un estudio para diseccionar el pensamiento de Pablo de Tarso, «reinterpretador de la figura de Jesús», y los pilares sobre los que se vertebró el Cristianismo. Charlamos en esta segunda parte de la entrevista, en plena Semana Santa, con el profesor Piñero sobre los años finales de la vida de Jesús de Nazaret y los problemas que surgieron entre sus seguidores tras su muerte en la cruz.

-Es usted respetado por la mayoría de círculos católicos a pesar de tratar aspectos muy controvertidos sobre Jesús. ¿Cómo consigue separar la teología de la historia?
-Soy un admirador de la figura de Jesús. Ellos ven que yo trato de ser muy aséptico, nada militante en contra, distingo bien el Cristianismo cultural de los fundamentos ideológicos, que se pueden cuestionar y ver desde otro punto de vista. Ven que no soy una persona sectaria ni sesgada. No obstante, en el pasado sí he tenido problemas, pero no con elementos eclesiásticos. Cuando comencé con mi blog en Religión Digital hubo dos proclamas para crear un grupo para matarme. Quiero suponer que fue en términos literarios.

-Jesús de Nazaret es condenado a la cruz por sedición contra Roma, pero previamente es juzgado por los sacerdotes hebreos. ¿Qué le hace tan peligroso respecto a otros profetas y predicadores?
-Hay una discusión histórica a propósito de eso. Es muy probable que los judíos tuvieran poco que ver con la muerte de Jesús. Un proceso judío como el narrado en los Evangelios no sigue para nada las normas legales habituales en un juicio de este tipo. Así y todo, los evangelistas nunca inventan nada porque sí. El Evangelio de Juan, poco después de la resurrección de Lázaro, narra una reunión en casa de Caifás con todo el Sanedrín. Caifás alerta en este relato de la cantidad de gente que concentra Jesús y de la posibilidad de que su movimiento derive en una revolución contra los romanos que acabaría costando miles de muertos a las filas judías. «Es bueno que uno muera por el pueblo, y no que mueran tantos de la nación», afirma en la frase más recordada del Sumo Sacerdote judío. Si hubo un juicio contra Jesús es más posible que respondiera a las características de este relato y no a un proceso legal en firme.

-Si el movimiento reformista encabezado por Jesús llamó la atención de Caifás y los sacerdotes judíos, ¿es un indicio de que estaba teniendo éxito?
-Estaba teniendo una cierta relevancia. Pongamos que había captado al 10 o 15% de la población, pero desde luego en Jerusalén no era un personaje popular. La novela «El Trono Maldito» (de la que Antonio Piñero es coautor junto a José Luis Corral) reconstruye brillantemente la Expulsión de los mercaderes del Templo de Jerusalén, donde es fácil entender que no cosechara muchas simpatías. Jesús alcanzó su mayor índice de violencia en ese episodio y fue una acción que le pudo costar la vida. Desplegó un tipo de violencia profética, donde anunció la purificación del templo: la destrucción y reconstrucción de la edificación a manos de Dios. Los artesanos, mercaderes y comerciantes que vivían en torno al templo no tenían ninguna disposición a un cambio de estatus como el profetizado. Eso es lo que hacemos en la novela «El trono maldito», poner a Jesucristo en el ambiente realista de la época.

-Para quienes no conocen ese contexto, la pregunta más habitual suele ser: ¿Por qué mataron a un personaje que predicaba el amor?
-Jesús no es un personaje blandito. Es un personaje duro, que se juega la vida, que tiene que huir continuamente de la «policía», que tiene que alimentar a un pequeño grupo de seguidores, los cuales viven de la caridad pública, y que se juega el pellejo. Luego los Evangelios, sobre todo los de Mateo y Lucas, pintan a un Jesús manso de corazón, pero eso es una reinterpretación posterior.

-¿Y en qué momento llama la atención de los romanos?
-La gente no sabe que, aunque en Judea eran más de manga ancha, en Roma «la Lex Julia de collegiis» impedía que más de diez personas se juntaran sin permiso de las autoridades. Imagínate cuando Jesús empieza a concentrar a grandes grupos de gente. La preocupación de los romanos demuestra que el movimiento estaba teniendo cierta repercusión.

-Judas es uno de los malos de esta historia y, sin embargo, su traición a Jesús parece más teatral que efectiva. Se dice que era el tesorero del grupo y que había robado anteriormente dinero, pero no se conocen muchos más datos previos a la traición.
-Judas es posiblemente una figura mítica. Hubo algún traidor en el grupo, pero la figura pudo ser tintada con trazos más gruesos. La prueba está en que la muerte de Judas está pintada de forma contradictoria en los Evangelios: Mateo dice que fue por ahorcamiento y San Lucas escribe que se arrojó a un acantilado. Estudiando el Antiguo Testamento, el relato de San Mateo está casi copiado de la historia del consejero real Ajitófel, que traicionó al Rey David y luego se ahorcó. Por su parte, San Lucas, que es posiblemente un griego convertido al Judaísmo, narra en Judas la muerte de Antíoco IV de Epífanes, el gran perseguidor de los hebreos que quiso eliminar la religión judía en el siglo II antes de Cristo. De todas formas, tampoco hay suficientes argumentos para negar su historicidad.

-El suicidio de Judas Iscariote es hoy en día interpretado como un acto de cobardía, pero ha recordado usted alguna vez en sus trabajos que en la Antigüedad el suicidio era considerado como una forma de purificación. ¿Debe considerarse un personaje redimido dentro del relato bíblico?
-Es lo que se llama la muerte noble en la cultura clásica, pero ahí se nota que los autores de los Evangelios son judíos. Ellos no aceptan esa doctrina helenística: se suicida y se condena, mientras que para los griegos era aceptar su error y pagarlo con la vida para liberarse. En la Antigüedad, hay 127 casos de suicidios mencionados en la literatura grecorromana, y prácticamente todos son muertes nobles.

-Un personaje del Nuevo Testamento que llama poderosamente la atención por su aire enigmático, pese a su breve aparición, es el de Barrabas, al que el pueblo prefiere antes que a Jesús cuando los romanos preguntan a qué preso quieren libre. ¿Quién era este personaje que contaba con la simpatía del pueblo y que Pilatos accedió a liberar?
-Su nombre significa «el hijo del padre» en arameo, puede ser desde un personaje de algún grupo precursor de los zelotes de 30 años más tarde o de los sicarios que iban liquidando romanos en secreto. Se ha especulado incluso que fuera uno de los discípulos de Jesús. Es muy difícil de probar su existencia histórica.

-Menciona usted a los zelotes y a los sicarios. Ellos sí se inclinaron por una solución armada contra Roma décadas después de la muerte de Jesús.
-Los zelotes fueron unos fanáticos como ahora es el Estado Islámico. Cuando alguien está seguro de su contacto con la divinidad y piensa que su opinión teológica es verdadera, el asesinato es una vía aceptada. Jesús no tenía nada que ver con los zelotes. Aunque es cierto que no hay ninguna frase en los Evangelios donde Jesús condene la violencia. Todo lo contrario. Es una persona que dice «vende tu capa y compra espada». No se puede probar que fuera un pacifista estricto con una lectura sencilla, no sesgada, como tampoco se puede probar que fuera el primer feminista.

-¿No le cabe duda de que murió en la cruz y no años después en Cachemira como han sostenido algunas teorías pseudohistóricas?
-Totalmente, esas teorías son absurdas. Los romanos sabían matar muy bien y no iban a dejarle escapar. La cruz fue el primer problema teológico grave del grupo de seguidores de Jesús: fundamentar por qué el Mesías había muerto en la cruz. Nadie lanza una piedra contra su propio tejado. La respuesta de los apóstoles es que es un designio de Dios, que, dado que la situación de pecado de la humanidad era terrible y cómo no había más remedio, permitió la muerte de su hijo. En el mundo Antiguo, y ahí Pablo de Tarso demuestra tener una mentalidad muy griega, ningún problema se arregla si no es con sangre y sacrificio.

-Junto a Jesús murieron dos ladrones crucificados, que usted ha cuestionado que fueran delincuentes comunes.
-Los llamados ladrones que acompañaron a Jesús en la Cruz probablemente eran miembros de su grupo. San Lucas cambia la palabra bandoleros, la manera despectiva con la que los romanos llamaban a los secuaces de los movimientos antirromanos de la época, y la sustituye por malhechores, que tiene un significado vinculado a delincuentes comunes. Hay que pensar en la persecución inmediata que sufrió el grupo tras el apresamiento de Jesús. Los apóstoles en torno a la cruz es una visión simbólica de San Juan, un mito. Para San Marcos todos estaban a distancia salvo las mujeres. En una sociedad semítica, las mujeres no representaban una amenaza y no tenían nada que temer.

-¿Jesús no está considerado uno de los fundadores del Cristianismo desde un punto de vista histórico?
-Si un individuo proclama de una forma directa o indirecta por su vida y por el conjunto de información que de él se conserva que nunca quiere fundar una religión, como en el caso de Jesús, que buscaba entender profundamente y reformar el Judaísmo, o el de Pablo de Tarso, que quería vivir el Judaísmo según el Mesías, no se le puede considerar un fundador del Cristianismo, a no ser que digas que es un fundador inconsciente. El Cristianismo tarda en consolidarse como mínimo 400 años después de la muerte de Jesús y tiene muchos fundadores. De Pablo de Tarso se puede decir que fue el primero que reinterpreta a Jesús y pone los máximos fundamentos, pero los fundadores empiezan a su muerte a través de sus discípulos. Uno de ellos probablemente fue el evangelista Marcos, que es muy paulino.

-¿Y cuál es el hecho esencial para hablar del Cristianismo como una religión propia y no una reforma del Judaísmo?
-Cuando el Cristianismo cuenta con una serie de escritos propios y sagrados que no aceptan los judíos, a finales del siglo II, ya se puede decir que es una religión diferente. Eso es 170 años aproximadamente después de la muerte de Jesús. Sin embargo, hasta el siglo V no se puede hablar del Cristianismo como un fenómeno plenamente formado en su dogma.

-Precisamente acaba usted de finalizar un estudio vinculado a Pablo de Tarso, al que define como el reinterpretador de la figura de Jesús. ¿Hubiera estado de acuerdo el propio Jesús con la interpretación paulina.
-La interpretación de Pablo sobre Jesús no la habría firmado Jesús. Es muy ideológica y, aunque judía, es de una rama de la apocalíptica que Jesús no hubiera estado completamente de acuerdo. Pablo, como Pedro, consideraba que Jesús era un hombre que Dios adopta y que después de la Resurrección está sentado en el cielo. Cree en la apoteosis de un ser humano. Un ser humano que pasa a la esfera de lo divino, como ocurre con Julio César y César Augusto en el caso de los romanos, pero son humanos. Jesús no habría aceptado esa apoteosis presentada por Pablo.

-San Pedro es otro de los personajes claves para el establecimiento del Cristianismo y un hombre muy ligado a Jesús en vida. ¿Cómo fue su relación con Pablo de Tarso?
-De Pedro sabemos muy poco porque los evangelios petrinos han desaparecido y la imagen que tenemos de él por los evangelistas es bastante negativa. De Pedro conocemos anécdotas, pero no cuál era su teología, aunque seguramente era muy judía y diferente a la de Pablo. Ellos tuvieron un grave enfrentamiento en la ciudad de Antioquia, e incluso dejaron de hablarse. La cuestión es que, como Pedro luego tampoco estaba de acuerdo con Santiago el Mayor y tuvo que salir huyendo de Jerusalén, pues ha pasado a la posterioridad que no tenía una doctrina tan rígida y era más próximo a Pablo de lo que lo eran otros apóstoles. Realmente faltan datos para poder escribir un libro de teología petrina.

César Cervera
ABC

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