jueves, 2 de abril de 2015

El Amor que se entrega

José Alegre


Entramos en la gran semana de los cristianos como la ha llamado un Padre de la Iglesia. En el JUEVES SANTO celebramos de manera especial el AMOR. El anuncio de un amor que se entrega libremente. A los que yo amo los reprendo y los corrijo; sé ferviente y enmiéndate. Mira que estoy a la puerta llamando: si uno me oye y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos (Apoc 3,19)

La Iglesia abre hoy la puerta a quien está llamando: ábreme, amada mía, mi paloma sin mancha, que tengo la cabeza cuajada de rocío, mis rizos, del relente de la noche…(Ct 2,2)
Tú eres Iglesia, Él, tu Amado, quiere sentarse a tu mesa y decirte su amor; en la nostalgia de un atardecer especial quiere hacerte confidencias de amor; quiere tener contigo palabras y gestos inolvidables. Son muchos, este Amado que viene con la cabeza cuajada de rocío, con el frío de la noche y que necesitan sentarse a la mesa.
No dejes sitios vacíos en tu mesa. Si es necesario llama a otras familias, llama a otros invitados. En la mesa del Señor no puede haber sitios vacíos, ni quiere Él que haya sobra de alimentos. Como una madre que desea que su hijo pequeño lo coma todo.

A los que yo amo los reprendo y los corrijo… Y esto hace Jesús este atardecer único: reprende a Pedro, le corrige… ¡Tanto tiempo que está conmigo y todavía no me conoces Pedro! No ha percibido en todo el tiempo que ha convivido con Jesús que la vida, la auténtica vida es servicio. Que la vida verdadera es aquella que lleva a pasar haciendo el bien, sirviendo el bien, con la palabra y con el gesto. La palabra y el gesto capaces de llegar al corazón y quemar como comenta el poeta:
Amor de ti nos quema
Amor que es hambre
de las entrañas
Hambre de la Palabra creadora
que se hizo carne; fiero amor de vida
Solo comerte nos apaga el ansia
Pan de inmortalidad, carne divina

(Unamuno, El Cristo de Velazquez)
No solo nos quema este amor, sino que nos lleva a morir
De amor se muere
y muriendo de amor vida recobra
vida que nunca muere

Si uno me oye y me abre entraré en su casa y cenaremos juntos. Ábrele. Es el Amor que te llama. Deja que tu corazón oiga y acoja el Amado. Porque necesitas aprender el lenguaje del amor. De amor se muere sí, pero muriendo de amor se recobra vida que nunca ya muere. Sacia hoy en esta mesa de la Eucaristía tu nostalgia de vida y de amor. Siéntate a su mesa. Pero no dejes sitios vacíos, llama a muchos a esta mesa, a contemplar el gesto del Amado.
Comprendéis lo que he hecho con vosotros…Vosotros debéis hacer lo mismo. Os he dado ejemplo. Seréis dichosos si lo hacéis…. Hacedlo lo mismo, como yo lo he hecho.
El mundo, el hombre de hoy necesita este servicio.
¿Cuánto tiempo llevas como cristiano, como monje…? Hemos aprendido la lección del amor? ¿hemos aprendido este gesto del servicio?

El Amigo halló a un hombre que moría sin amor. Y el Amigo lloró por la ofensa que esta muerte hacía a su Amado. Dijo al moribundo: ¿Por qué mueres sin amor? –El hombre respondió: Porque yo jamás he hallado a nadie que me enseñara la doctrina del amor, porque nadie ha nutrido mi espíritu para hacer de mí un enamorado. Y el Amigo dijo suspirando y llorando: ¡Oh devoción! Cuando será lo bastante amplia para echar fuera el pecado y para dar a mi Amado una legión de fervientes y valientes enamorados para cantar por siempre sus perfecciones? (R.Llull, Libro del Amigo y del Amado, nº 209)
Jamás nadie me ha enseñado la doctrina del amor. El cristiano, el monje están llamados a estar enamorados del Amor, y ser a la vez testigos del amor, instrumentos del Amor en este mundo. Esta semana tiene unas celebraciones para contemplar el amor, y aprender los caminos del amor. Fundamentalmente es el camino del servicio.
Y el VIERNES SANTO celebramos el AMOR hasta el extremo, manifestado en la CRUZ. El camino del servicio, es el camino de la CRUZ
También la cruz es una mesa. Una mesa muy especial. Una mesa hecha de dos maderos cruzados. Hoy la mesa es una cruz. Son muchos, innumerables, los que están sentados en esta mesa. Habría que añadir algo más, o mejor: pensar que somos fabricantes de mesas en cruz.
¿Acaso no es fabricar cruces, innumerables cruces vender en el año más de 3.900 millones de armas, después de pasar en 10 años de 400 a 3.900, y ser los séptimos en el mundo en la venta de estas cruces?
¿Acaso no es fabricar cruces que nuestro planeta tenga 218 millones de niños entre 5 y 17 años, en condiciones de esclavitud, en trabajos forzosos, explotación sexual, niños soldados…?
¿Acaso no es fabricar cruces que en nuestro planeta haya 870 millones hundidos en la miseria del hambre y griten también que tienen sed de saciarse, cuando en el planeta estamos 7.000 millones pero se produce alimentos para saciar a 12.000 millones?

Esta es una pequeña muestra de la inmensa fabricación de cruces de nuestra sociedad. Porque hay muchos otros espacios de nuestra sociedad donde se fabrican cruces. Aquí, por desgracia, no hay paro.
Fabricamos muchos cruces pero no para que queden vacías. Inmediatamente las llenamos de crucificados.
Y hoy Viernes Santo volvemos a escuchar el grito en la celebración litúrgica:
Mira el árbol de la cruz donde estuvo clavada la salvación del mundo. Venid a adorarlo
Pero, acaso, antes tendríamos que cambiar el verbo de esta frase para que nos llegue el sonido con más actualidad, y decir:
Mira el árbol de la cruz donde está clavada la salvación del mundo. Venid a adorarlo
Porque el que estuvo clavado como salvación del mundo dijo también: Lo que hicisteis con uno de estos más humildes conmigo lo hicisteis…
Por tanto si ayer estuvimos sentados a la mesa de la Eucaristía con el Señor, que nos manifestó el más profundo y entrañable amor, hoy hemos de tener el coraje de mirar al árbol de la cruz. Ayer Cristo en la Ultima Cena nos enseñaba la necesidad del servicio para ser cristiano. Hoy nos pide mirar el árbol de la Cruz, su Cruz. Hoy hemos de saber aguantar el silencio de Dios y mirar el árbol de la cruz donde está clavada la salvación del mundo, es decir tu salvación, la mía, la de toda persona humana.
Hoy hemos de aguantar el silencio de Dios y mirar el árbol de la cruz y dejar que su madera manchada de sangre manche también nuestro corazón. Y que allí dentro la palabra del profeta, ilustre el retrato del crucificado con su palabra dura, pero llena de vida, nuestra existencia:
Desfigurado no parece hombre; no tiene aspecto humano
Ante él muchos cierran la boca, miran a otra parte
Sin figura, sin belleza, despreciado y evitado, hombre de dolores y de sufrimiento
Ante él buscamos otras figuras, otras bellezas
Traspasado, triturado por nuestros crímenes. Es dura la palabra del profeta: dice que traspasado por nuestros crímenes.

Muchos crucificados, mudos, sin defensa, sin justicia
El Amado se mostró a su Amigo vestido con nuevos hábitos color púrpura, y extendió los brazos para que el Amigo pudiera abrazarlo, e inclinó la cabeza para que pudiera besarle, y la Cruz estaba en el cielo para que sus ojos pudieran encontrarle siempre. (Libro del Amigo y del Amado, nº 90)
Sí, el Amado se nos muestra hoy con nuevos vestidos también de color púrpura y con este perfil dramático que nos describe la palabra del profeta Isaías. Y este Amado continúa con sus brazos extendidos y la cabeza inclinada hacia nosotros, para que podamos abrazarle. O que no basta con mirar el árbol de la cruz, es preciso también abrazarla.

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