Dom 19.4.15.
Jesús resucitado:
Un “fantasma histórico” recorre…
Dom 3 pascua. Retomo el “itinerario de pascua”, aparcado unos días en mi blog, con el evangelio del Dom 3 de Pascua (Lc 24, 35-49) parecido al del Dom 3 (Jn 20, 19-21, con Tomás) resaltando seis rasgos significativos, para comentarlos luego. Jesús, un “fantasma histórico”, distinto del que empezó a recorrer Europa el año 1843...
1. Jesús se aparece aquí a muchos, no a unos pocos (dos o tres mujeres, Magdalena, Pedro, los 12…), como lo hacía en Jn 20, 19-31, revelándose así a la iglesia entera, en la que estamos incluidos nosotros, con los once (doce sin Judas), y con todos los restantes compañeros y compañeras, y los tres de Emáus(cf. Lc 24, 9-34). También a nosotros se nos muestra hoy, si ensanchamos el corazón y abrimos los oídos, los ojos, con las manos, de manera que no podemos decir ya que “aquellos vieron y nosotros no”, sino que todos nosotros podemos ver y sentir con el corazón como ellos.
2. Jesús se aparece de forma “histórica”, pero no en sentido historicista (físico), como parecen haber dicho desmañadamente algunos obispos hispanos en declaraciones discutidas de días pasados. No queremos discutir con ellos, pero nos sentimos obligados a ofrecer una respuesta más ajustada a los textos bíblicos y a la visión del evantelio. Nos hallamos ante una “historia nueva”, ante el comienzo y sentido de una experiencia distinta de presencia personal, que sólo con fe puede comprenderse (aceptarse), ante una realidad más honda, una “música” más alta de vida.
3. Ésta “aparición” pascual no se impone por la fuerza (de forma “tumbativa”), de manera que podemos y debemos afirmar (si no creemos y acogemos) que ese Jesús pascual es un “fantasma”, como empezaron diciendo los reunidos del principio: “¡creían ver un fantasma!”. ¡Evidentemente, eso creían! En un plano, Jesús resucitado forma parte de un tipo de “imaginación” sagrada, y así muchos han podido seguir dudando de la realidad de su presencia. Pero es un fantasma poderoso que recorre el mundo, abriendo para aquellos que escuchan su voz una dimensión de vida más real, más “histórica”, más alta.
4. Ese “fantasma” de Pascua nos introduce en la “herida de la historia”, en las llagas de los “crucificados”, que son signo de Dios (¡ver a Dios en los oprimidos y asesinados!), para hacernos de esa forma solidarios con la “carne” más sangrante de la historia humana. Es un fantasma que nos introduce en la realidad más concreta, llevándonos a compartir el alimento, de manera que sólo aprendiendo a comer en solidaridad podemos “comprender” su realidad. Por eso, Jesús sigue diciendo: ¿Qué tenéis de comer? Allí donde damos de comer y compartimos el alimento (aquí unos peces) sabemos que es él, que “está en persona” (ésta es la traducción exacta del texto litúrgico). Es él, Jesús, el que se muestra en vida, el que sustenta y pone en marcha nuestra nueva historia.
5. Éste es un fantasma anunciado: ¿no era esto lo que os dije cuando estaba con vosotros, no era esto lo que dice la Escritura? Ciertamente, la pascua de Jesús sigue siendo una “sorpresa”, la gran novedad de la historia de los hombres. Peo, al mismo tiempo, este “fantasma histórico” (pascual) viene a revelarse y presentarse como la más honda y verdadera de todas las verdades y presencia de la vida humana. Este Jesús presente tras su muerte nos permite interpretar la historia y conocer su densidad (su realidad), no a partir de los vencedores, sino de los crucificados y excluidos. Éste es la lección suprema de la pascua: Por ella podemos entender, interpretar la historia, comprender el sentido de la vida de los hombres (y condenar toda la injusticia…).
6. La pascua se traduce finalmente en forma de perdón y reconciliación universal, algo que es contrario a toda pura fantasía. “Y en su nombre se proclamará la conversión y el perdón...”. Esto es lo que dice Jesús a todos los discípulos, no sólo a los Doce. Esto es lo que nos dice la pascua…, que no es una verdad para aceptar sin más, ni una “historia pasada”, sino una verdad para cumplir y una historia para realizar (para actualizar). La pascua de Jesús no se encuentra atrás (no se cierra en el pasado), sino que nos hace avanzar y crear, siendo así “pascua viviente”, resurrección para los hombres, creando historia de evangelio.
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