PREGUNTAS DE AÑO NUEVO
José Antonio Pagola
Hoy
comenzamos un «año nuevo».
¿Cómo
será? ¿Qué espero yo del nuevo año? ¿Qué deseo de verdad? ¿Qué es lo que
necesito? ¿A qué dedicaré mi tiempo más precioso e importante? ¿Qué sería para
mí algo realmente nuevo y bueno en este año que hoy comienza?
¿Viviré
de cualquier manera, pasando de una ocupación a otra, sin saber exactamente qué
quiero ni para qué vivo, o aprenderé a distinguir lo importante y esencial de
lo que es secundario? ¿Viviré de forma rutinaria y aburrida, o aprenderé a
vivir con espíritu más creativo?
¿Seguiré
este año alejándome un poco más de Dios o empezaré a buscarlo con más confianza
y sinceridad? ¿Seguiré un año más mudo ante él, sin abrir mis labios ni mi
corazón, o brotará por fin de mi alma maltrecha una invocación pequeña, humilde
pero sincera?
¿Viviré
también este año preocupado solo por mi bienestar o sabré preocuparme alguna vez
de hacer felices a los demás? ¿A qué personas me acercaré? ¿Sembraré en ellas
alegría, o contagiaré desaliento y tristeza? Por donde yo pase, ¿será la vida
más amable y menos dura?
¿Será un
año más, dedicado a hacer cosas y más cosas, acumulando egoísmo, tensión y
nerviosismo o tendré tiempo para el silencio, el descanso, la oración y el
encuentro con Dios? ¿Me encerraré solo en mis problemas o viviré tratando de
hacer un mundo más humano y habitable?
¿Seguiré
con indiferencia las noticias que día a día me llegarán desde los países del
hambre? ¿Contemplaré impasible los cuerpos destrozados de las gentes de Irak o
los ahogados de las pateras? ¿Seguiré mirando con frialdad a los que vienen
hasta nosotros buscando trabajo y pan? ¿Cuándo aprenderé a mirar a los que
sufren con corazón responsable y solidario?
Lo «nuevo» de este año no nos vendrá de
fuera. La novedad solo puede brotar de nuestro interior. Este año será nuevo si aprendo a creer de manera nueva y más confiada, si encuentro
gestos nuevos y más amables para convivir con los míos, si despierto en mi
corazón una compasión nueva hacia los
que sufren.
SANTA
MARÍA, MADRE DE DIOS,
al comenzar este año nuevo te pedimos:
“Conserva
en nosotros un corazón de niños.
Un corazón puro y transparente como el
manantial.
Un corazón sencillo y sereno que no saboree las tristezas. Un
corazón magnánimo en la manera de darse.
Un corazón tierno y compasivo, fiel
y generoso.
Un corazón que no olvide ningún bien y que no guarde recelo por ningún mal.
Un
corazón firme en sus afectos y de
inquebrantable fidelidad.
Un corazón afectuoso, que irradie una ternura
discreta y no rehúse entregarse a los demás.
Un corazón que comparta las
búsquedas y que disfrute acompañando y aconsejando.
Un corazón generoso,
pronto a olvidar las heridas, propias y ajenas
Un corazón siempre dispuesto a
perdonar y a recomenzar.
Un corazón delicado, capaz de poner amor en los
menores detalles y en los servicios más humildes
Un corazón abierto de par en
par, que goce con la alegría de los demás y sepa comprender su dolor.
Un
corazón manso y bueno, que no condene a nadie y no se
canse nunca de confiar.
Un corazón enamorado de Jesús y de su Proyecto.
Un corazón totalmente
comprometido en la defensa y la promoción de la Vida. Amen!”
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- Santa María, Madre de
Dios –
C (Lucas 2,16-21)
01 de Enero 2016
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