¡Oh, demasiado
dichosos [serían] los campesinos si conocieran sus bienes!
nimio
La raíz ne era usada por
los pueblos prehistóricos indoeuropeos, como adverbio de negación, que
significaba ‘no’.
Sin embargo, al unirse con otras partículas adquiría
diversos significados; con la raíz mei-, que significaba
‘pequeño’, se formaba ne-mei y más adelante ni- mi, que
equivalía a ‘no-pequeño’.
En latín, lengua derivada del indoeuropeo,
adoptó la forma nimium = ‘grande, enorme, abundante, excesivo’.
En
portugués, nimio significa hoy ‘demasiado, que excede,
desproporcionadamente grande’, definición que aparece en una de las
acepciones del diccionario de la Academia Española (RAE).
En español,
curiosamente, la palabra tuvo una evolución diferente: se invirtió el
significado porque –según la RAE– fue “mal interpretado” por los
hablantes, que pasaron a usarlo con la denotación de ‘insignificante, sin
importancia’.
¿Por qué cambian tan radicalmente los significados de las
palabras?
El etimólogo catalán Joan Corominas observa que la palabra era
desconocida en tiempos del Quijote, y que se tornó frecuente hacia fines
del siglo XIX, cuando fue adoptada principalmente en textos de religión.
Según él, en expresiones estereotipadas como nimio ciudado o afectación
nimia, “al vulgo, letrado o iletrado, pero ignorante del latín”, se
le ocurrió la idea de "minuciosidad" y, de ahí, la de
"pequeñez".
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Otras etimologías de Ricardo Soca se pueden hallar en En
Perspectiva
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