lunes, 26 de mayo de 2014

Piden pena de 50 latigazos para la actriz iraní Leila Hatami, por dar un beso en la mejilla

El beso fue una formalidad con el director del Festival de Cine de Cannes, durante la apertura. Por más que Leila Hatami pidió disculpas, la sociedad quiere un castigo ejemplar.

Leila Hatami, la actriz iraní que protagonizó en 2011 el filme ganador del Oscar La separación, no la está pasando bien por estos días: no solamente tuvo que disculparse públicamente por besar en la mejilla (una formalidad al uso en Europa) al director del Festival de Cannes la semana pasada, sino que se enfrenta a una posible condena, consistente en nada menos que 50 latigazos por su trasgresión, además de la cárcel.
El beso a Giles Jacob, un anciano de 83 años, ocurrió en la apertura del festival de cine en el que Hatami es jurado el pasado 14 de mayo, y provocó la declaración ofical del viceministro de Cultura y Orientación Islámica, Hosein Nushabadí, quien ha afirmado que Hatamí se condujo "de forma inapropiada", con "falta de consideración por los valores de la sociedad" y "en violación de las creencias religiosas". Pero la cosa no quedó ahí.
La petición de un grupo estudiantil con vinculación con Hezbollah y la Guardia Revolucionaria de Irán señaló: "Los abajo firmantes, miembros del grupo de estudiantes de Hermanos y Hermanas Musulmanes, pedimos a la (oficina) de Cultura y Medios de la Justicia que levante cargos contra Leila Hatami por su pecaminoso acto de besar a un extraño en público, que de acuerdo con el artículo 638 de la Justicia Criminal islámica conlleva a una sentencia de prisión". Y agregan en su comunicado que la actitud de la actriz "daña los sentimientos religiosos (...) y se demandael castigo por flagelación tal como estipula la ley".
Poco parecen importar las explicaciones de Hatami, quien escribió en una carta a la la organización de cine de su país estar "muy apenada por herir los sentimientos de algunas personas", y que si bien resultó infructuoso, su primera intención al saludar a Jacob fue un apretón de manos.
"Aunque me resutla embarazoso dar estas explicaciones, no tuve otra alternativa más que entrar en detalles para quienes no entendieron la situación inevitable en la que me vi envuelta. A mis ojos, él (Jacob) ciertamente es como un abuelo, que además en ese caso era mi anfitrión", agregó Leila.

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