«Los argumentos para la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar»
Entrevista de Kasper a “Commonweal”:
“El Papa me dijo que cree que el 50 por ciento de los matrimonios no es válido”
ANDREA TORNIELLI
“Hay algunos que creen que la Iglesia es para los puros. Se olvidan que la Iglesia es una Iglesia de pecadores. Todos somos pecadores. Y estoy feliz de que sea así, porque si no lo fuera no formaría parte de ella. Es una cuestión de humildad… Tengo la impresión de que esto es muy importante para Papa Francisco. No le gusta la gente que está en la Iglesia solo para condenar a los demás”.
Son las palabras del cardenal alemán Waler Kasper, autor de la relación sobre los problemas de la familia leída en el Consistorio de febrero de este año. Continúa, pues, la discusión sobre el que se está prefigurando como argumento más delicado del Sínodo extraordinario sobre la familia que se llevará a cabo en octubre: los sacramentos para los divorciados que se han vuelto a casar por lo civil. Kasper respondió a algunas objeciones de sus críticos con una larga entervista a la revista estadounidense “Commonweal”.
Partiendo de la relación que pronunció durante el consistorio y de la posibilidad de volver a admitir a los sacramentos a los divorciados que vivan una vida cristiana y que hayan recorrido un camino penitencial, Kasper dijo:
“No puedo imaginar una situación en la que un ser humano haya caído en un abismo y no haya vía de escape. A menudo no se puede volver al primer matrimonio. Si esto es posible, debería haber una reconciliación con la esposa o con el esposo, pero, a menudo, esto no es posible”.
“En el Credo -añadió el purpurado- decimos que creemos en el perdón de los pecados. Si hubiera esta falta, y si existiera el arrepentimiento, ¿la absolución no sería posible? Mi pregunta pasa a través del sacramento de la penitencia, mediante el cual hemos accedido a la santa comunión. Pero la penitencia es la cosa más importante: el arrepentimiento por lo que salió mal y una nueva dirección de vida. La nueva casi familia o la nueva relación deben ser sólidas, y hay que vivir de forma cristiana. Un tiempo de nueva orientación (metanoia) sería necesario. No para castigar a las personas, sino para una nueva dirección de vida, porque el divorcio es siempre una trgedia”.
Después Kasper se preguntó:
“¿No es posible la absolución en este caso? Y si la absolución es posible, ¿lo es también la santa comunión? Hay muchos argumentos de nuestra tradición católica que podrían permitir este proceder”.
El cardenal habló también sobre las enseñanzas de la iglesia, que indican, para los divorciados que se han vuelto a casar que quieran obtener la absolución y la comunión, que deben abstenerse de tener relaciones sexuales, viviendo como “hermano y hermana”.
“¿Vivir juntos como hermano y hermana? Naturalmente tengo un enorme respeto por los que están haciendo esto -dijo Kasper. Es un acto heroico, y el heroísmo no es para el cristiano promedio. Y podría crear nuevas tensiones. El adulterio no es solo un comportamiento sexual erróneo. Es dejar una “Familiaris consortio”, una comunión, y para establecer una nueva […] Yo creo que sí, que la absolución es posible. Misericordia significa que Dios da a todos los que se convierten y se arrepienten una nueva posibilidad”.
“Quisiera decir -explicó el cardenal alemán- que las personas deben hacer lo que sea posible en sus situaciones. No somos capaces, como seres humanos, de alcanzar siempre un ideal, lo mejor. Debemos hacer lo mejor posible en una determinada situación. Una posición, esta, que se encuentra entre el rigorismo y el laxismo. El laxismo no es posible, naturalmente, porque iría en contra de la llamada a la santidad de Jesús. pero tampoco el rigorismo pertenece a la tradición de la Iglesia”.
“Alfonso María de Liguori -explicó Kasper- era un rigorista al inicio. Después trabajó con gente simple en Nápoles y descubrió que no es posible ser rigoristas. Era un confesor”.
El cardenal también aludió al llamado “equiprobabilismo”, tesis que surgió en el terreno de la casuística jesuita y que hicieron suyo justamente el santo napolitano y su congregación. El principio fundamental consiste en la afirmación de que una regla moral es realmente incierta, por lo que no sería vinculante, solo cuando las oponiones en contra y a favor de la misma cuenten con un grado de probabilidad igual.
“Estoy de acuerdo con esto. Y, obviamente, dado que Alfonso María de Liguori es el patrón de la teología moral, no vamos mal acompañados si nos basamos en él. Tomás de Aquino escribió sobre la virtud de la prudencia, que no critica la regla común, sino que se aplica en lo concreto y en una situación muy complicada. Entonces, creo que existen argumentos en la tradición”.
Kasper, después de haber explicado que la primera unión, la única sacramentalmente válida, debe haber fracasado verdaderamente sin ninguna posibilidad, citó el ejemplo de la culpa en la que incurriría un cónyuge al dejar la nueva unión civil, es decir “la ruptura de la segunda familia. Si hay niños, no se puede hacer. Si tú te comprometiste con una nueva pareja, si diste tu palabra, no es posible”.
El cardenal también afrontó el tema de la falta de fe en los matrimonios religiosos.
“Este es un verdadero problema.
He hablado con el Papa sobre esto, y me dijo que cree que el cincuenta por ciento de los matrimonios no son válidos.
El matrimonio es un sacramento.
Un sacramento que presupone la fe. Y si la pareja desea solo una ceremonia burguesa en una Iglesia porque es más bonito, más romántico con respecto a una ceremonia civil, hay que preguntarse si hay fe y su fueron realmente aceptadas todas las condiciones para la validez sacramental del matrimonio”,
que son la unidad de los esposos, la exclusividad de su relación y su indisolubilidad.
“Muchos canonistas -continuó Kasper- me dicen que hoy, en nuestra situación plural no podemos presuponer que las parejas den su consetimiento verdaderamente a lo que la Iglesia exige. A menudo hay mucha ignorancia. Por lo tanto hay que subrayar y reforzar la catequesis prematrimonial. A menudo se hace de forma muy burocrática. Y, por el contrario, debemos hacer catequesis… Debemos hacer mucho más en la catequesis prematrimonial, porque no podemos presuponer que todos los que son formalmente cristianos tengan la fe. No sería realista”.
Kasper respondió directamente a las críticas del arzobispo de Bologna, el cardenal Carlo Caffarra, que le había preguntado: “Y entonces, ¿qué pasa con el primer matrimonio?”.
“El primer matrimonio es indisoluble -responde Kasper-, porque el matrimonio no es solo una promesa entre dos partes; es también una promesa de Dios, es lo que Dios hace y ha hecho en todos los tiempos. Por lo tanto, el vínculo del matrimonio permanece. Naturalmente, los cristianos que dejan su primer matrimonio han fracasado. Esto está claro. El problema es cuando no hay manera de salir de tal situación. Si vemos la acción de Dios en la historia de la salvación, vemos que Dios da a su pueblo una nueva posibilidad. Esta es la misericordia. El amor de Dios no se agota porque un ser humano haya fracasado, si se arrepiente. Dios ofrece una nueva posibilidad, sin anular las exigencias de la justicia: Dios no justifica el pecado. Pero justifica al pecador. Muchos de quienes me critican no entienden esta diferencia. Dicen: de esta manera nosotros queremos justificar el pecado. No, nadie quiere esto. Pero Dios justifica al pecador que se convierte. Esta diferencia aparece desde Agustín”.
“No niego -continúa el cardenal alemán- que el vínculo del matrimonio permanezca. Pero los padres de la iglesia tenían una imagen estupenda: si hay un naufragio, tú no obtienes una nueva nave para salvarte, sino una chalupa que te permitirá sobrevivir. Esta es la misericordia de Dios, darnos una barquita que nos permita sobrevivir. Este es mi enfoque para el problema. Yo respeto a los que tienen una postura diferente, pero, por otra parte, hay que ver cuál es la situación concreta de hoy. ¿Cómo podemos ayudar a las personas que luchan en estas situaciones? Sé que estas personas, a menudo mujeres, están muy comprometidas en la vida parroquial; hacen todo lo posible por sus hijos. Conozco a una mujer que estaba preparando a su hija para la primera comunión. El párroco dijo que la chica podía ir a recibir la santa comunión, pero la mamá no. Se lo conté al Papa y el me dijo: ‘No, esto es imposible’”.
En cuanto a las segundas nupcias celebradas por lo civil, Kasper afirmó:
“El segundo matrimonio, naturalmente, no es un matrimonio en el sentido cristiano. Y yo estaría en contra de celebrarlo en una Iglesia. Pero hay algunos elementos del matrimonio. Quisiera comparar esta situación con la forma en la que la Iglesia católica ve a las demás Iglesias. La Iglesia católica es la verdadera Iglesia de Cristo, pero hay otras Iglesias que tienen elementos de la verdadera Iglesia, y nosotros reconocemos estos elementos. De la misma manera, podemos decir: el verdadero matrimonio es el sacramental; el segundo no es un matrimonio en el mismo sentido, pero tiene elementos del primero: la pareja se cuida recíprocamente, están vinculados exclusivamente uno al otro, pretenden permanecer en este vínculo, cuidan a los niños, llevan una vida de oración, y así… No es la mejor situación. Es la mejor situación posible”.
“De ninguna manera puedo negar la indisolubilidad del matrimonio sacremantal -aclaró Kasper en la entrevista. Sería estúpido. Debemos hacer que se respete, y ayudar a las personas a que la entiendan y a que la vivan. Esta es una tarea de la Iglesia. Pero debemos reconocer que los cristianos pueden fracasar, y entonces tenemos que ayudarlos. A todos los que dicen que viven en una situación de pecado, les respondería que Papa Benedicto XVI ya dijo que estos católicos pueden recibir la comunión espiritual. Comunión espiritual significa estar unido con Cristo. Pero si yo estoy unido con Cristo, no puedo vivir en una situación de pecado grave. Y entonces, si pueden recibir la comunión espiritual, ¿por qué no pueden recibir la comunión sacramental? Creo que hay muchos problemas también con la posición tradicional, y Papa benedicto reflexionó mucho sobre esto: me dijo que estas personas deberían tener medios de salvación y de comunión espiritual […] Estar en comunión espiritual con Cristo significa que Dios ha perdonado a esta persona. Y lo mismo la Iglesia -concluyó el cardenal-, mediante el sacramento del perdón, debería ser capaz de perdonar si Dios lo hace. De lo contrario habría una oposicion entre Dios y la Iglesia, y este sería un enorme problema”.
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