jueves, 13 de febrero de 2014




Religión: leer, elegir, ligar


Cuando Tomás de Aquino aborda la cuestión de la religión, comienza notando las tres posibles etimologías del término. 
En primer lugar, religión es una palabra derivada de “re-leer”. La persona religiosa continuamente lee lo concerniente a Dios. Santo Tomás dice que “a estas materias hay que darles muchas vueltas en nuestro interior”, y cita el libro de los Proverbios: “en todos tus caminos piensa en Él”. Efectivamente, por mucho que busquemos y pensemos, nunca acabamos de entender la maravilla y la grandeza del misterio de Dios. Más aún, al que busca y ama al Dios que en Jesucristo se revela, le ocurre una extraña sensación: parece que cuanto más le conoce y más se acerca a él, más ganas siente de conocerle. Es un conocimiento que se retroalimenta y que cada vez tiene más hambre. Por este motivo, la persona religiosa nunca se cansa de leer; al contrario, cuanto más lee, más ganas tiene de seguir. ¿Qué es lo que lee? Lee su historia y la historia de la humanidad como conducida por la mano de Dios, en todo descubre la huella de lo divino, por todas partes encuentra signos de su presencia.

En segundo lugar, religión podría provenir de re-elegir. La persona religiosa continuamente está eligiendo a Dios. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de perderle. Son muchas las seducciones que quieren alejarnos de él. Por eso, la mujer y el varón religiosos están siempre optando por Dios. Al hacerlo, Dios se les presenta como una continua novedad, pues con él nunca se acaba. Y con él siempre hay nuevas cosas que descubrir. Por otra parte, optar por Dios supone estar muy atento a todo aquello que puede apartarnos de él. Para la persona religiosa Dios es la opción fundamental de vida, a la que se subordina cualquier otro deseo. Hacia Dios debe tender sin cesar nuestra elección porque él es la meta y el sentido de nuestra vida.

Finalmente, el de Aquino conoce una tercera etimología. Religión procede de re-ligar. Por medio de los actos religiosos nos unimos con Dios, lo temporal se une con el Eterno, lo criatura con su Creador. “Pues a Él es a quién principalmente debemos ligarnos como a principio indeficiente”, dice santo Tomás. Dicho de otra manera: unidos a Dios vivimos unidos a la fuente de la vida, a la suma felicidad, al amor más pleno, al que nunca falla y todo lo sostiene, pues es el origen, el fundamento y la plenitud de Dios lo que existe. Por eso, pretender desligarse de Él es pretender lo imposible, es vivir en la más absurda de las contradicciones. Lejos de Dios solo hay nada y vacío. Lejos de Dios no hay vida.

En suma, la religión, la unión con Dios, es una clave para leer la historia y los acontecimientos, para vivir adecuadamente, eligiendo lo mejor, y para conocer el sentido de todo lo que existe.

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