Entrevista a Juan José Dalton, hijo del poeta salvadoreño
"El asesinato de Roque Dalton
sigue siendo una página
pendiente en la historia"
El Heraldo, Honduras
Cuarenta años entregados a la poesía. Cuarenta años de una vida que se compartió con el universo. Cuarenta años le bastaron para permanecer hasta la eternidad. Roque Dalton García (San Salvador, 14 de mayo de 1935-10 de mayo de 1975) vino al mundo para nacer muchas veces, para reinventarse, para quedarse grabado en la memoria de los amantes de la buena poesía. Un hombre ávido por comunicarse a través de la poesía, de los ensayos, de las narraciones, del periodismo o por medio de piezas teatrales... la forma no importaba, él quiso decirle al universo que allí estaba, que existía en un pequeño país denominado “el pulgarcito de Centroamérica”. A 38 años de su muerte, los versos del poeta siguen respirando desde el pecho de sus leales seguidores, sus poemas se leen a través de los ojos amantes de la vida, de la patria, de la justicia...El espíritu de Dalton sigue vivo en su familia, que no ha descansado desde esa aciaga fecha en la que se les anunció la gran pérdida. Y es que un poeta tiene varios hijos y cada ser que lo lee se roba una pinta de sangre del escritor, pero también están esos hijos naturales, quienes vivieron la parte humana, la parte carnal, quienes conocieron a ese Roque revolucionario que otros solo pudieron imaginarse a través de una pluma o por medio de un verso conocido. Para hablar sobre el gran poeta salvadoreño, su crimen sin castigo y la poesía sin Dalton, compartimos una entrevista exclusiva para la revista dominical Siempre con su hijo, el periodista Juan José Dalton, director del diario digital ContraPunto y corresponsal de la agencia DPA y El País, de España en San Salvador.
La familia Dalton no ha descansado ni lo hará hasta ver que se haga justicia sobre la muerte del poeta, ¿de dónde sacan las fuerzas para no parar de exigir castigo a quienes le arrebataron la vida a uno de los poetas más brillantes que ha parido Centroamérica? Creo que en parte es porque nos sentimos realmente dolidos por el crimen que se cometió. Como seres humanos, es imposible olvidar esa injusticia, creo que la responsabilidad de toda familia y de toda persona es reclamar justicia. No somos los únicos en el mundo en pedirla ante semejantes hechos criminales; por ejemplo, están las barbaridades que hicieron los nazis en la época de (Adolfo) Hitler contra los judíos, veo que en el caso de los crímenes contra los judíos pasan los años y todavía se captura a alguien que durante muchas épocas permaneció oculto.
Es una actitud humana y derecho de la familia el reclamar justicia ante semejantes actos, esto es lo que nos mantiene vivos en la lucha. Pero también nos mantiene vivos el hecho de que nosotros nos sentimos responsables de la custodia de la obra de nuestro padre y, en la medida que pasa el tiempo, Roque Dalton es más y más conocido no solo en América Latina sino que en el mundo, y la primera pregunta que hace la gente es cómo este poeta revolucionario de izquierda fue asesinado por un grupo de izquierda, esos reclamos ya no se convierten en una protesta familiar, sino también de los admiradores de la obra de Roque Dalton.
Ese conjunto de situaciones nos mantiene vivos en la lucha por la justicia en el caso del asesinato de mi padre y de Armando Arteaga, quien murió junto a él.
Cuando llegue el día en que se esclarezca el crimen, ¿cuál pasará a convertirse en su nueva lucha?
Estamos próximos a llegar al final de esta lucha, porque hay un conjunto de situaciones y con nuestras investigaciones hemos llegado a determinar realmente quiénes fueron los que asesinaron a Roque Dalton, por qué lo asesinaron y cómo lo asesinaron.
Hemos llegado a detalles sobre el supuesto proceso judicial al que estuvo sometido, que no fue otra cosa que un acto para justificar el crimen; conocemos muchos de los detalles y estamos en un proceso de búsqueda de los restos mortales pero, además, tenemos gestiones ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que pueden fructificar a tal grado de exigirle al Estado salvadoreño que reabra el proceso judicial aquí en el país, porque el problema es que en El Salvador el caso está cerrado por la impunidad que prevalece.
Nosotros estamos próximos a cerrar este ciclo y, lógicamente, lo que vendrá después será el impulso de realmente dar a conocer la obra como se debe, es decir, de hacer masivo el conocimiento de la obra de Dalton y de su vida.
Creo que hay intereses en muchos sectores, en el cine y en el teatro, por ejemplo, de ocupar su obra para hacerla más conocida, no solo en El Salvador, sino que en Centroamérica, en Latinoamérica y en el mundo en general.
Hablando de dar a conocer su obra, este año se presentó el documental “Roque Dalton, ¡Fusilemos la noche!”, ¿qué opinión le merece este trabajo?
Es parte del interés que cobra la figura de Roque en Europa y Estados Unidos. Desde Estados Unidos llegan a menudo intereses por hacer películas sobre mi padre, y este documental que realizó Tina Leisch es un gran esfuerzo por dar a conocer su obra ante el público europeo.
Leisch es una austríaca que había vivido en El Salvador, hizo un documental grande, viajó a Cuba, Alemania, Viena, Praga... lugares donde había estado mi padre; realizó un recorrido de su obra y mundo poético. Aunque hizo falta rescatar aún más lo que fue el mundo político y el mundo ideológico que Dalton creó, eso falta por investigarlo para que luego trascienda.
El nombre de su padre ha estado vigente antes y después de su muerte, ¿cuál es la magia alrededor de este poeta tan querido y que tuvo un final tan cruel?
La magia es su obra. Creo que no hay nada que se compare más a la magia que la poesía. A través de su poesía, Roque Dalton hizo aparecer el amor; hay poemas de amor tan bellos, hechos en las cárceles, en la clandestinidad, en la lucha... Como un mago, hizo aparecer la luz de la oscuridad. La poesía es un poco esa magia. Además, está el amor que mi papá le tenía al país, a su pueblo, él bromeaba con eso, se burlaba de eso, mi padre era alguien que se burlaba hasta de sí mismo.
Para mí él fue un prototipo de buen salvadoreño. Todo eso constituye una forma de ser que a la gente le gusta y por eso lo quieren. Recientemente, una joven me envió una fotografía en la que estaba besando un busto de mi padre, como símbolo de cariño; he visto llorar a la gente cuando cantan “Poema de amor”, en Estados Unidos en varias reuniones se ha cantado y las personas lloran, porque es el símbolo de la nostalgia y la radiografía de lo que somos.
“Hace frío sin ti, pero se vive”. ¿Cómo ha sido vivir sin Roque Dalton?
Como hijo ha sido difícil, porque mis hermanos y yo éramos unos adolescentes cuando mi padre murió. En esa edad la ausencia de un padre es tremenda, mi madre tuvo que hacer también de padre y amiga. Ha sido difícil para nosotros como hijos después de haber crecido, habernos hecho adultos, de ser también profesionales e intelectuales, haber tenido el peso de cargar con semejante figura de tanto calibre y de tanta importancia a nivel nacional, porque mucha gente nos ve y cree que los hijos de Roque Dalton tenemos que actuar y pensar igual que él, sin embargo, nosotros, en nuestra familia, respetamos mucho la libertad individual y nunca se nos exigió ser como nuestros padres. Yo antes decía que iba a ser pastor, porque nos llevaban a la iglesia Bautista y a mí me impresionaba cómo hablaba el pastor, era un hombre simpático y nos quería mucho. Después, con mi padre, cuando empecé a leer su obra desde muy joven, yo decía que también quería ser poeta, y todo el mundo me decía: “pero vos te vas a morir de hambre siendo poeta...”. Es tremendo llegar a un lugar donde Roque Dalton está permanentemente presente, a veces nos sentimos como que no tenemos dónde escondernos.
¿Es difícil ser el hijo del gran poeta?, ¿le ha costado abrirse campo en el periodismo por su propio nombre y no bajo la sombra de un apellido que inmediatamente se relaciona con el gran Roque?
Comencé a hacer periodismo casualmente con otro apellido (García). En los primeros trabajos importantes que tuve con la prensa internacional durante la guerra a mí me contactaron como Juan José García, con ese nombre me inicié en el periodismo.
También escribía para los periódicos más importantes de México, por lo que no ha sido ninguna dificultad para mí en el campo del periodismo, quizá hubiese sido diferente si me hubiese hecho poeta, porque tendría que haber roto demasiadas barreras; además, los poetas no se hacen por voluntad. Estudié periodismo porque me gusta esta carrera, y considero que en este campo he hecho un aporte importante.
Usted se mantiene en la palestra pública a través del diario digital ContraPunto, así como algunas corresponsalías, ¿cómo ha sido la experiencia como director de este medio de comunicación?
Ha sido una experiencia interesante y rica en construcción, porque siento que no he sido únicamente yo. Es cierto que soy el director y el fundador, pero no me siento dueño de mi propia creación. Conmigo trabaja un grupo de periodistas jóvenes que se ha formado aquí, incluso, la mayoría ha terminado su carrera en una universidad estando en ContraPunto; todos los que han pasado por aquí han dejado su huella. Me siento complacido de saber que voy a Estados Unidos y encuentro gente que nos lee, en Suecia, México y otros países me dan las gracias por el trabajo que hacemos, y en El Salvador ContraPunto ya es un signo vital en el periodismo nacional.
¿Cómo ve la poesía centroamericana, latinoamericana, universal... sin la figura de Dalton?
Es difícil hacer comparaciones, pero no se puede apartar a una figura tan grande en la cultura nacional y centroamericana, no se puede apartar y ver qué queda... Creo que todo es un proceso de formación y que mi padre fue parte de un proceso político-cultural que inició en los años 50 en la Universidad de El Salvador, cuando él crea el círculo literario universitario con Otto René Castillo, Roberto Armijo y Manlio Argueta, todos eran poetas, poetas muy rebeldes, poetas muy irreverentes, poetas que querían destruir todo para construir algo nuevo, pero ellos fueron la continuidad de la Generación Comprometida, fueron, quizá, el ala más radical, más rebelde de esa generación; esta generación y mi padre quizá a la cabeza, porque fue el que mayor obra creó y el de mayor reconocimiento, es un pilar fundamental de la cultura salvadoreña y centroamericana.
¿Qué vacíos dejó Dalton como padre y cuáles dejó como poeta?
No puedo hablar de vacíos. Aunque nosotros no fuimos una familia común, ya que desde pequeños nos acostumbramos a la ausencia de ambos padres, porque ellos muchas veces estaban juntos en la clandestinidad o en el exilio. A mi papá lo exiliaron varias veces y estuvo preso, hubo mucha inestabilidad en nuestro hogar, mis hermanos y yo nos criamos compartidos con nuestras abuelas, pero después, cuando nos juntamos en Praga, fue una vida que aunque muy corta fue suficiente para nosotros haberla vivido. Hay una canción que dice: “vale más poco con ganas que mucho sin ser querido”; o sea que para mí esa fue una presencia de calidad cuando estuvimos juntos y hasta ahora me llena, porque no encuentro vacío, la ausencia de él es tremenda, pero no encuentro vacíos que no se puedan llenar con el tiempo que estuvimos juntos.
Si pudiera, ¿qué palabras le diría a su padre en este momento?
Hoy, ya entrado en años, me gustaría debatir con él algunos conceptos... Yo soy periodista y soy un promotor cultural, he creado un grupo de medios de prensa, y mi padre también fue periodista, tenía una gran capacidad para comunicarse, por lo que a mí una de las cosas que me encantaría es tener una confrontación, un debate con él, seguramente me derrotaría... No se puede desligar la política de la vida de Roque Dalton; si él estuviera vivo,
¿A qué candidato presidencial cree usted que apoyaría?
No me atrevo a dar una respuesta real, porque no puedo responder por alguien que está muerto. Lo que sí quiero decir es que mi padre fue revolucionario, fue de izquierda hasta el día en que lo mataron. Pero fue un proceso de formación y yo creo que los revolucionarios como mi padre no lo dejan de ser nunca. Aún después de su muerte, mi padre contribuye al proceso de cambio de El Salvador a través de su obra. Creo que si estuviera vivo, Roque Dalton estaría, sin ninguna duda, en el lugar que le correspondería estar, haciendo una labor crítica a la forma de hacer política en nuestros países, y desde la izquierda, porque en el fondo yo creo que mi padre es uno de los revolucionarios que ha heredado a los salvadoreños un tremendo acervo político y cultural. Este fenómeno casi no se ha dado en el mundo intelectual, es decir, no se da ese binomio político y de poeta, quizá (José Carlos) Mariátegui y (Pablo) Neruda, aunque éste era más poeta que político; creo que mi padre fue una combinación de poeta revolucionario o de revolucionario poeta.
Actualmente, ¿cuál es su postura ideológica: de izquierda, derecha o de centro?
Soy una persona de izquierda. Definitivamente, tengo un pensamiento de que en este país y en las naciones de Latinoamérica se necesita de muchos cambios radicales para el bien de toda la sociedad y de todos los que vivimos en estos pedacitos de tierra, y ese es el ideario libertario de la izquierda. Necesitamos romper las cadenas de explotación que existen, es inconcebible cómo en el tiempo que estamos viviendo haya niños que se mueren por tener parásitos y que la gente se tenga que ir del país a buscar trabajo a otros lugares. Para mí, una de las cosas más terribles cuando era joven fue haberme ido de El Salvador al exilio, aunque vivíamos en Praga, una ciudad preciosa, nunca me hubiera querido ir de mi país... Como izquierda, yo creo que esas cosas no debieran suceder en El Salvador, y lucharé siempre para que este pensamiento esté vigente. Pero también tenemos un pensamiento crítico hacia la izquierda política, hacia la izquierda social, creo que en algunas oportunidades se manifiesta mucha falta de ética, de conciencia real de lo que significa la lucha; hay acomodamientos, no me explico cómo se dejó de tener un movimiento popular que en la época de la represión mataban a la gente en las manifestaciones y al día siguiente las personas salían a enterrar a los muertos durante sus protestas, y hoy resulta que para hacer esas marchas hay que pagarles, hay que darles almuerzo, porque si no, no van... Esas son las cosas que hemos criticado, porque el ser de izquierda es estar siempre revolucionando el pensamiento. Roque Dalton, el literato, el humano, el patriota, el hombre cuyos poemas se leen hoy en día en diferentes partes del mundo, ese nombre y ese apellido que se quedó grabado en versos de amor y que recuerdan a nostalgia, a alegría, a desilusión, a muerte... se niega a desaparecer, es por eso que su asesinato sigue siendo una página pendiente en la historia, no solo salvadoreña ni centroamericana, sino mundial, y es que cuando se mata a un poeta, su obra renace en los ojos del mundo.
La familia Dalton no ha descansado ni lo hará hasta ver que se haga justicia sobre la muerte del poeta, ¿de dónde sacan las fuerzas para no parar de exigir castigo a quienes le arrebataron la vida a uno de los poetas más brillantes que ha parido Centroamérica? Creo que en parte es porque nos sentimos realmente dolidos por el crimen que se cometió. Como seres humanos, es imposible olvidar esa injusticia, creo que la responsabilidad de toda familia y de toda persona es reclamar justicia. No somos los únicos en el mundo en pedirla ante semejantes hechos criminales; por ejemplo, están las barbaridades que hicieron los nazis en la época de (Adolfo) Hitler contra los judíos, veo que en el caso de los crímenes contra los judíos pasan los años y todavía se captura a alguien que durante muchas épocas permaneció oculto.
Es una actitud humana y derecho de la familia el reclamar justicia ante semejantes actos, esto es lo que nos mantiene vivos en la lucha. Pero también nos mantiene vivos el hecho de que nosotros nos sentimos responsables de la custodia de la obra de nuestro padre y, en la medida que pasa el tiempo, Roque Dalton es más y más conocido no solo en América Latina sino que en el mundo, y la primera pregunta que hace la gente es cómo este poeta revolucionario de izquierda fue asesinado por un grupo de izquierda, esos reclamos ya no se convierten en una protesta familiar, sino también de los admiradores de la obra de Roque Dalton.
Ese conjunto de situaciones nos mantiene vivos en la lucha por la justicia en el caso del asesinato de mi padre y de Armando Arteaga, quien murió junto a él.
Cuando llegue el día en que se esclarezca el crimen, ¿cuál pasará a convertirse en su nueva lucha?
Estamos próximos a llegar al final de esta lucha, porque hay un conjunto de situaciones y con nuestras investigaciones hemos llegado a determinar realmente quiénes fueron los que asesinaron a Roque Dalton, por qué lo asesinaron y cómo lo asesinaron.
Hemos llegado a detalles sobre el supuesto proceso judicial al que estuvo sometido, que no fue otra cosa que un acto para justificar el crimen; conocemos muchos de los detalles y estamos en un proceso de búsqueda de los restos mortales pero, además, tenemos gestiones ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que pueden fructificar a tal grado de exigirle al Estado salvadoreño que reabra el proceso judicial aquí en el país, porque el problema es que en El Salvador el caso está cerrado por la impunidad que prevalece.
Nosotros estamos próximos a cerrar este ciclo y, lógicamente, lo que vendrá después será el impulso de realmente dar a conocer la obra como se debe, es decir, de hacer masivo el conocimiento de la obra de Dalton y de su vida.
Creo que hay intereses en muchos sectores, en el cine y en el teatro, por ejemplo, de ocupar su obra para hacerla más conocida, no solo en El Salvador, sino que en Centroamérica, en Latinoamérica y en el mundo en general.
Hablando de dar a conocer su obra, este año se presentó el documental “Roque Dalton, ¡Fusilemos la noche!”, ¿qué opinión le merece este trabajo?
Es parte del interés que cobra la figura de Roque en Europa y Estados Unidos. Desde Estados Unidos llegan a menudo intereses por hacer películas sobre mi padre, y este documental que realizó Tina Leisch es un gran esfuerzo por dar a conocer su obra ante el público europeo.
Leisch es una austríaca que había vivido en El Salvador, hizo un documental grande, viajó a Cuba, Alemania, Viena, Praga... lugares donde había estado mi padre; realizó un recorrido de su obra y mundo poético. Aunque hizo falta rescatar aún más lo que fue el mundo político y el mundo ideológico que Dalton creó, eso falta por investigarlo para que luego trascienda.
El nombre de su padre ha estado vigente antes y después de su muerte, ¿cuál es la magia alrededor de este poeta tan querido y que tuvo un final tan cruel?
La magia es su obra. Creo que no hay nada que se compare más a la magia que la poesía. A través de su poesía, Roque Dalton hizo aparecer el amor; hay poemas de amor tan bellos, hechos en las cárceles, en la clandestinidad, en la lucha... Como un mago, hizo aparecer la luz de la oscuridad. La poesía es un poco esa magia. Además, está el amor que mi papá le tenía al país, a su pueblo, él bromeaba con eso, se burlaba de eso, mi padre era alguien que se burlaba hasta de sí mismo.
Para mí él fue un prototipo de buen salvadoreño. Todo eso constituye una forma de ser que a la gente le gusta y por eso lo quieren. Recientemente, una joven me envió una fotografía en la que estaba besando un busto de mi padre, como símbolo de cariño; he visto llorar a la gente cuando cantan “Poema de amor”, en Estados Unidos en varias reuniones se ha cantado y las personas lloran, porque es el símbolo de la nostalgia y la radiografía de lo que somos.
“Hace frío sin ti, pero se vive”. ¿Cómo ha sido vivir sin Roque Dalton?
Como hijo ha sido difícil, porque mis hermanos y yo éramos unos adolescentes cuando mi padre murió. En esa edad la ausencia de un padre es tremenda, mi madre tuvo que hacer también de padre y amiga. Ha sido difícil para nosotros como hijos después de haber crecido, habernos hecho adultos, de ser también profesionales e intelectuales, haber tenido el peso de cargar con semejante figura de tanto calibre y de tanta importancia a nivel nacional, porque mucha gente nos ve y cree que los hijos de Roque Dalton tenemos que actuar y pensar igual que él, sin embargo, nosotros, en nuestra familia, respetamos mucho la libertad individual y nunca se nos exigió ser como nuestros padres. Yo antes decía que iba a ser pastor, porque nos llevaban a la iglesia Bautista y a mí me impresionaba cómo hablaba el pastor, era un hombre simpático y nos quería mucho. Después, con mi padre, cuando empecé a leer su obra desde muy joven, yo decía que también quería ser poeta, y todo el mundo me decía: “pero vos te vas a morir de hambre siendo poeta...”. Es tremendo llegar a un lugar donde Roque Dalton está permanentemente presente, a veces nos sentimos como que no tenemos dónde escondernos.
¿Es difícil ser el hijo del gran poeta?, ¿le ha costado abrirse campo en el periodismo por su propio nombre y no bajo la sombra de un apellido que inmediatamente se relaciona con el gran Roque?
Comencé a hacer periodismo casualmente con otro apellido (García). En los primeros trabajos importantes que tuve con la prensa internacional durante la guerra a mí me contactaron como Juan José García, con ese nombre me inicié en el periodismo.
También escribía para los periódicos más importantes de México, por lo que no ha sido ninguna dificultad para mí en el campo del periodismo, quizá hubiese sido diferente si me hubiese hecho poeta, porque tendría que haber roto demasiadas barreras; además, los poetas no se hacen por voluntad. Estudié periodismo porque me gusta esta carrera, y considero que en este campo he hecho un aporte importante.
Usted se mantiene en la palestra pública a través del diario digital ContraPunto, así como algunas corresponsalías, ¿cómo ha sido la experiencia como director de este medio de comunicación?
Ha sido una experiencia interesante y rica en construcción, porque siento que no he sido únicamente yo. Es cierto que soy el director y el fundador, pero no me siento dueño de mi propia creación. Conmigo trabaja un grupo de periodistas jóvenes que se ha formado aquí, incluso, la mayoría ha terminado su carrera en una universidad estando en ContraPunto; todos los que han pasado por aquí han dejado su huella. Me siento complacido de saber que voy a Estados Unidos y encuentro gente que nos lee, en Suecia, México y otros países me dan las gracias por el trabajo que hacemos, y en El Salvador ContraPunto ya es un signo vital en el periodismo nacional.
¿Cómo ve la poesía centroamericana, latinoamericana, universal... sin la figura de Dalton?
Es difícil hacer comparaciones, pero no se puede apartar a una figura tan grande en la cultura nacional y centroamericana, no se puede apartar y ver qué queda... Creo que todo es un proceso de formación y que mi padre fue parte de un proceso político-cultural que inició en los años 50 en la Universidad de El Salvador, cuando él crea el círculo literario universitario con Otto René Castillo, Roberto Armijo y Manlio Argueta, todos eran poetas, poetas muy rebeldes, poetas muy irreverentes, poetas que querían destruir todo para construir algo nuevo, pero ellos fueron la continuidad de la Generación Comprometida, fueron, quizá, el ala más radical, más rebelde de esa generación; esta generación y mi padre quizá a la cabeza, porque fue el que mayor obra creó y el de mayor reconocimiento, es un pilar fundamental de la cultura salvadoreña y centroamericana.
¿Qué vacíos dejó Dalton como padre y cuáles dejó como poeta?
No puedo hablar de vacíos. Aunque nosotros no fuimos una familia común, ya que desde pequeños nos acostumbramos a la ausencia de ambos padres, porque ellos muchas veces estaban juntos en la clandestinidad o en el exilio. A mi papá lo exiliaron varias veces y estuvo preso, hubo mucha inestabilidad en nuestro hogar, mis hermanos y yo nos criamos compartidos con nuestras abuelas, pero después, cuando nos juntamos en Praga, fue una vida que aunque muy corta fue suficiente para nosotros haberla vivido. Hay una canción que dice: “vale más poco con ganas que mucho sin ser querido”; o sea que para mí esa fue una presencia de calidad cuando estuvimos juntos y hasta ahora me llena, porque no encuentro vacío, la ausencia de él es tremenda, pero no encuentro vacíos que no se puedan llenar con el tiempo que estuvimos juntos.
Si pudiera, ¿qué palabras le diría a su padre en este momento?
Hoy, ya entrado en años, me gustaría debatir con él algunos conceptos... Yo soy periodista y soy un promotor cultural, he creado un grupo de medios de prensa, y mi padre también fue periodista, tenía una gran capacidad para comunicarse, por lo que a mí una de las cosas que me encantaría es tener una confrontación, un debate con él, seguramente me derrotaría... No se puede desligar la política de la vida de Roque Dalton; si él estuviera vivo,
¿A qué candidato presidencial cree usted que apoyaría?
No me atrevo a dar una respuesta real, porque no puedo responder por alguien que está muerto. Lo que sí quiero decir es que mi padre fue revolucionario, fue de izquierda hasta el día en que lo mataron. Pero fue un proceso de formación y yo creo que los revolucionarios como mi padre no lo dejan de ser nunca. Aún después de su muerte, mi padre contribuye al proceso de cambio de El Salvador a través de su obra. Creo que si estuviera vivo, Roque Dalton estaría, sin ninguna duda, en el lugar que le correspondería estar, haciendo una labor crítica a la forma de hacer política en nuestros países, y desde la izquierda, porque en el fondo yo creo que mi padre es uno de los revolucionarios que ha heredado a los salvadoreños un tremendo acervo político y cultural. Este fenómeno casi no se ha dado en el mundo intelectual, es decir, no se da ese binomio político y de poeta, quizá (José Carlos) Mariátegui y (Pablo) Neruda, aunque éste era más poeta que político; creo que mi padre fue una combinación de poeta revolucionario o de revolucionario poeta.
Actualmente, ¿cuál es su postura ideológica: de izquierda, derecha o de centro?
Soy una persona de izquierda. Definitivamente, tengo un pensamiento de que en este país y en las naciones de Latinoamérica se necesita de muchos cambios radicales para el bien de toda la sociedad y de todos los que vivimos en estos pedacitos de tierra, y ese es el ideario libertario de la izquierda. Necesitamos romper las cadenas de explotación que existen, es inconcebible cómo en el tiempo que estamos viviendo haya niños que se mueren por tener parásitos y que la gente se tenga que ir del país a buscar trabajo a otros lugares. Para mí, una de las cosas más terribles cuando era joven fue haberme ido de El Salvador al exilio, aunque vivíamos en Praga, una ciudad preciosa, nunca me hubiera querido ir de mi país... Como izquierda, yo creo que esas cosas no debieran suceder en El Salvador, y lucharé siempre para que este pensamiento esté vigente. Pero también tenemos un pensamiento crítico hacia la izquierda política, hacia la izquierda social, creo que en algunas oportunidades se manifiesta mucha falta de ética, de conciencia real de lo que significa la lucha; hay acomodamientos, no me explico cómo se dejó de tener un movimiento popular que en la época de la represión mataban a la gente en las manifestaciones y al día siguiente las personas salían a enterrar a los muertos durante sus protestas, y hoy resulta que para hacer esas marchas hay que pagarles, hay que darles almuerzo, porque si no, no van... Esas son las cosas que hemos criticado, porque el ser de izquierda es estar siempre revolucionando el pensamiento. Roque Dalton, el literato, el humano, el patriota, el hombre cuyos poemas se leen hoy en día en diferentes partes del mundo, ese nombre y ese apellido que se quedó grabado en versos de amor y que recuerdan a nostalgia, a alegría, a desilusión, a muerte... se niega a desaparecer, es por eso que su asesinato sigue siendo una página pendiente en la historia, no solo salvadoreña ni centroamericana, sino mundial, y es que cuando se mata a un poeta, su obra renace en los ojos del mundo.
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