viernes, 29 de abril de 2016

Mi paz os dejo… 

Paz de Augusto, 

paz de Cristo

Xabier Pikaza
Dom 6 pascua. Ciclo c. Jesús habla hoy de su paz, todos lo hacemos. Deseamos la paz, la buscamos...y queremos imponerla; incluso hacemos pactos para asegurarla, pero muchas veces queremos la paz de nuestra guerra (de una parte o de otra, como en la imagen 2, que comentaré).
-- Cuando Jesús dice "mi paz os dejo, no la paz del mundo...", se está oponiendo a la Pax Romana, conseguida por la guerra, decretada e impuesta por por Octavio Augusto el 29 a.C., tras decir que había vencido a cántabros y astures. Jesús vino a "superar" esa paz (y el representante de "Augusto" le mató por ello). De todas formas, los astures actuales han colocado en el lugar más noble de su tierra, la estatua vencedora de Octavio, sobre las ruinas de las termas y murallas romanas de Gijón (imagen 1).
Esa paz romana no era mala (era mejor que muchas otras), pero estaba hecha de egoísmo imperial, de imposición militar, de supremacía de los fuertes…y además vino seguida por nuevas y más fuertes guerras, hasta el día de hoy. Era la paz de Augusto, que parece que llegó a Gijón para imponerla, después que su gran general Agripa ganara la durísima guerra, matando a los cántabros y astures.
También nosotros, como Augusto, hablamos de paz, pero preparamos la guerra, como sabía ya el profeta Jeremías, como sentenciaba el buen romano: Si vis pacem para bellum (si quieres paz prepara la guerra).
"Lógicamente", las más abultadas partidas de dinero se están empleando actualmente en armamentos, como muestras las últimas compras millonarias de Australia y Arabia Saudita.
-- Jesús habla de otra paz, la del amor perdona, del perdón que crea vida, de la vida que empieza desde los vencidos, derrotados... Esa es la paz que no viene de las armas ni el dinero, la paz fuerte de la vida de aquellos que aman...
De todas formas, ese signo de la paz de Jesús ha podido ser mal utilizado y manipulado, de manera que muchos se han opuesto a ellos... A modo de ejemplo he querido poner la imagen de los "milicianos" de la guerra española del 1936-1939 que "fusilaron" al Cristo de la Paz del Cerro de los Ángeles de Madrid (imagen 2). Son muchos los que quieren seguir "fusilando" a ese Cristo de la paz, puesto muchas veces al servicio de la guerra de algunos. Dejo así la imagen atroz, no es momento de comentarla.

Desde ese fondo quiero evocar la palabra central del evangelio de hoy (mi paz os dejo…), donde se recoge la herencia de un Discípulo Amado de Jesús, un hombre de amor pacificado y pacificador, que busca y propone la paz del amor intenso, que acoge, perdona, transforma de un modo gratuito (en amor) la vida de los hombres.

En esa línea, cada vez que Jesús resucitado se aparece a sus discípulos les dice: “La Paz sea con vosotros” (Jn 20, 19. 21. 26)... “Para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis aflicción, pero ¡tened valor; yo he vencido al mundo!” (Jn 16, 33).
Éste es su testamento, está su herencia: “La paz os dejo, mi paz os doy. No como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Jn 14, 27).


Ésta es una paz amenazada y exigente, paz gratuita y creadora, que la Iglesia ha de proponer con su palabra y ejemplo, como seguiré indicando.
Para seguir leyendo:
http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php/2016/04/29/dom-1-5-16-mi-paz-os-dejo-paz-militar-po

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