domingo, 24 de abril de 2016

María es Misericordia. 1. Vida, Dulzura, Esperanza nuestra (Salve)

Xabier Pikaza
María, la Madre de Jesús, ha sido para los cristianos (católicos) un signo clave de la misericordia de Dios, que se expresa a través de dos "rostros" (dos imágenes y textos) principales:
-- Magnificat: María expresa y canta la misericordia transformadora, que derriba del trono a los potentados y eleva a los humillados, que sacia a los hambrientos y despide vacíos a los ricos...
-- Salve..., reina y madre de misericordia. María es el signo clave de la misericordia íntima de Dios, que consuela, anima, da esperanza a los "desterrados hijos de Eva".
Ambas expresiones de la misericordia de María se completan, como acabo de señalar en el Encuentro de Formadores Mercedarios en Poio (imagen final), lugar donde por decenios, sábado tas sábado, se ha cantado una de las salves más emocionantes y liberadoras del entorno (imagen).
Por eso he querido presentar los dos temas.

-- Hoy la Salve, el canto de la misericordia entrañable de la Madre de Jesús, desde una larga y profunda tradición cristiana

-- Mañana y pasado el del Magnificat, que es el Canto de la misma María, la mujer liberadora, culminando el camino de las grandes mujeres de la historia de Israel (Myrim, Ana, Débora...). No en la Biblia palabra más "fuerte" que la esas mujeres fuertes, que anticipan y anuncian (promueven) la llegada del Dios liberador, que derriba del trono a los potentados y eleva a los oprimidos.
Sigo, como el dicho, texto de nuestro libro (de Pagola y mío) sobre Las obras de Misericordia.
Imagen 1 María de la Misericordia (Merced) (Cuadro de Vicente López)
2. Salve de Poio, en torno al año 1970
3. Libro sobre la Misericordia (de donde está tomado el tema).
4. Salve de Poio, en torno al año 1950

Dos oraciones, misericordia íntima, misericordia social
(Tomado de Pagola-Pikaza, Obras de misericordia... pag. 178-188)

La experiencia cristiana (católica) de la misericordia se ha expresado por María, madre de Jesús, como ha mostrado ya su canto (Magnificat), un texto clave de la revelación liberadora de Dios en la Biblia (cf. cap. 2,2).

Pero la piedad popular católica ha insistido más en la oración de la Salve, una antífona mariana, del siglo XII d.C., que interpreta a la Madre de Jesús como signo y compendio de la misericordia de Dios y de su Hijo Jesucristo.
Significativamente, los católicos no hemos popularizado una antífona/canto de la misericordia de Dios o de su Hijo Jesucristo (y del Espíritu Santo, Consolador-Paráclito), pero hemos cantado y cantamos más bien a María, Madre de Jesús, como rostro y presencia (garantía) de su misericordia.

Cientos de millones de católicos cantan o rezan la Salve como oración suprema de la misericordia de Dios, revelada por María. Es como si tuvieran miedo de un Dios a quien conciben lejano y justiciero, y no pudieran confiar tampoco en Cristo al que contemplan como juez airado (Mt 25, 31-46), debiendo refugiarse en María, que así aparece como expresión humana de la misericordia divina.
Esta oración atribuye a María una misericordia que pertenece en principio a Dios y a Cristo, presentándola así como Icono del misterio, según la tradición de la iglesia oriental, que le llama Odiguitria o Guía (odegeo) para entrar en lo divino. Ella ha consolado y sigue consolando a millones de sufrientes de la tierra que buscan por ella un consuelo en el Dios de Jesucristo.
Esta oración puede y debe completarse con una catequesis más profunda de la misericordia de Dios y de sus obras, como este libro ha destacado, pero ha sido un motivo de consuelo para millones de orantes desconsolados. Ciertamente, ella parece algo alejada de la inspiración bíblica, que vengo destacando en este libro, suponiendo supone que Dios está alejado, y que sólo podemos acercarnos a él por la Puerta de María, que cumple una función que es propia del Espíritu Paráclito.
Pero el Paráclito no tiene rostro propio, y así toma en este canto la figura y rostro de María, que viene a mostrarse como revelación de la misericordia. Ciertamente, no es toda la oración cristiana; pero la Salve ha sido y sigue siendo una oración muy valiosa de la misericordia, para tiempos duros, de fuerte desconsuelo, en clave “mística” de superación del mal de la historia, recuperando en clave mariana elementos importantes de la piedad bíblica (del rehem de Dios).
Salve

Salve, reina y madre de misericordia;
vida, dulzura y esperanza nuestra, Salve.

A ti clamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos,
gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea pues, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Esta oración empieza saludando a un persona importante (cuyo nombre sólo se dirá al final), con la palabra Salve, que significa en latín ¡salud, ten salud! Se trata de una fórmula normal de cortesía, que puede compararse al griego “khaire” (estate bien, alégrate), utilizada por el ángel de la Anunciación (Lc 1, 18) y conservada en el Avemaría. En esa línea, la traducción “Dios te salve” no parece afortunada (hubiera sido mejor decir solamente “salve” o “salud”), aunque no es totalmente inexacta, porque al decir Dios te Salve pedimos a Dios que ofrezca salud-salvación a María.
Para seguir leyendo:
http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php/2016/04/24/title-7883

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