Información religiosa
A veces parece que los medios de comunicación solo se interesan por un aspecto de lo cristiano, y no precisamente por el más decisivo, a saber, las cuestiones relacionadas con la moral sexual y familiar. En ocasiones los representantes más cualificados de la Iglesia contribuyen a dar la imagen de que lo único que importa en la fe cristiana son precisamente las cuestiones de tipo sexual. El Papa Francisco ha advertido sobre lo contraproducente que puede ser dar la impresión de que ese es el gran tema que preocupa a la Iglesia.
Falta equilibrio en la presentación de la fe católica. A veces los culpables de esta falta de equilibrio somos los propios creyentes. No es extraño que esta falta de equilibrio se refleje en los medios. Aunque por otra parte, también es verdad que a los medios no les interesa lo fundamental de la persona y del mensaje de Jesús. De hecho, cuando hablan de Jesús suelen incidir en aspectos totalmente secundarios: hablan de la sábana santa; o de sus supuestos hermanos, o de si estaba casado. Y encima tratan estos asuntos de forma sensacionalista. Ya sé que los medios no están para catequizar, pero es bueno que seamos conscientes de ello, ya que sus intereses no siempre coinciden con los verdaderos intereses creyentes.
Cuando en los medios se hable poco de Obispos, de curas, de comuniones de divorciados o de homosexualidad, entonces será un signo de que en la Iglesia las cosas funcionan desde la normalidad y no desde la crispación y desde intereses de segundo nivel. Cuando lo eclesial deje de interesar, será un signo de que la Iglesia se centra en Jesucristo. Cuando sólo se habla de cuestiones eclesiales es porque algo no va bien en la Iglesia. Los medios son un buen baremo para saber si la Iglesia está centrada en Jesucristo. Si la Iglesia es protagonista, no hay que echar la culpa a los medios. La culpa es de la Iglesia que, para bien o para mal, normalmente para mal, asume este papel y da pié a que se hable de ella.
La Iglesia no debería ser noticia. Ella debe ocultarse para que resplandezca su Señor y el Evangelio de su Señor. Cuando se habla de la Iglesia para mal, no deberíamos dar la culpa al mensajero, sino preguntarnos qué hace la Iglesia (qué hacemos los que somos Iglesia) para estar en el candelero. En el candelero quién debe estar es la luz de Cristo. Cuando la cuestión de quién va a ser el próximo Obispo de una diócesis, va más allá del interés de las comunidades cristianas y se convierte en un asunto social y político, algo no va del todo bien. Ya sé que es inevitable que un nombramiento episcopal sea noticia. Ya no es tan inevitable que, una vez nombrado el prelado, éste sea la única noticia, la noticia permanente de la Iglesia. Cuando importa más el ministro (el menor, el servidor) que la comunidad, algo no va del todo bien en la Iglesia.
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