martes, 5 de agosto de 2014

El Papa revoca la suspensión 

al sacerdote que fue ministro sandinista


 
 
Un mural en Nicaragua
(©Reuters)
(©REUTERS) UN MURAL EN NICARAGUA

Respuesta positiva de Propaganda Fide a la petición del anciano padre nicaragüense Miguel d’Escoto. Desde Hollywood hasta Daniel Ortega. Las tensiones en la época de Wojtyla, el “sermón” en la ONU



IACOPO SCARAMUZZI
CIUDAD DEL VATICANO


Papa Francisco aceptó revocar la suspensión “a divinis” del padre Miguel d’Escoto Brockmann, de 81 años, que incurrió en la sanción cuando, durante los años ochenta, no esuchó la petición vaticana de abandonar su papel de Ministro del Exterior del gobierno sandinista de Nicaragua.


En un principio, la noticia fue dada por la Congregación de Maryknoll a la que pertenece el padre d’Escoto, es decir una sociedad misionera de la Iglesia estadounidense. El Santo Padre ha dado su asentimiento para que sea absuelto de la pena canónica en la que había incurrido y lo encomienda al superior genreal del Instituto Maryknoll para que lo acompañe en el proceso de reintegración al ministerio sacerdotal, según indicó la Radio Vaticana.


Técnicamente, el decreto fue firmado por el cardenal Fernando Filoni que, en calidad de Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (Propaganda Fide), tiene jurisdicción sobre la misión en Nicaragua.


Hijo del embajador de Nicaragua ante los Estados Unidos, d’Escoto Brockmann nació en Hollywood en 1933. Entró al seminario de Maryknoll en Nueva York y fue ordenado sacerdote en 1961. Obtuvo una maestría en periodismo y fundó la división de las publicaciones teológicas de la Congregación (la Orbis Books). Cercano a la teología de la liberación, durante los años setenta se involucró cada vez más en la política de su Nicaragua, por lo que se sumó al Frente Sandinista de Liberación Nacional, partido político revolucionario de inspiración marxista que en 1979 derrocó a Anastasio Somoza Debayle. Desde 1979 hasta 1990 fue mInistro del exterior del gobierno guiado por Daniel Ortega. Juan Pablo II en 1983 visitó el país y recriminó a otro sacerdote que también formaba parte del gobierno, el padre Ernesto Cardenal, pidiéndole que regularizara su situación.


Pocos años más tarde, los padres d’Escoto y Cardenal fueron suspendidos “a divinis”. En una entrevista de 1985 a la revista de los jesuitas estadounidenses (“America”), el sacerdote explicó de esta manera su caso: «Las funciones sacerdotales específicas, las sacramentales, me fueron revocadas por deseo del Santo Padre, no de mi sociedad y no de mi obispo en Nicaragua (Rubén López Ardón, ndr.), que no lo haría». En cuanto a su decisión de no renunciar al puesto en el gobierno, «con todo el respeto por la ley canónica, que de hecho respeto y no pretendo violar, si se trata de ley debo establecer una prioridad. Y la ley de Dios viene antes que la ley canónica. Creo que violaría radicalmente la ley de Dios, que es fundamentalmente amar al prójimo, si, en la situación en la que mi país se encuentra, me atuviera al derecho canónico y dejara mi puesto, que nunca he buscado ni querido». El padre d’Escoto, mientras tanto, desempeñó diferentes encargos diplomáticos de nivel internacional, como la prsidencia de turno en la 63a sesión de la asamblea general de las Naciones Unidas, de septiembre de 2008 a septiembre de 2009, como candidato de los países de América Latina y El Caribe. «Eligieron a un sacerdote», comentó en una conferencia de prensa. «Y espero que nadie se ofenda si digo que el amor es lo que más necesita el mundo. Es que el egoísmo es lo que nos ha llevado a este terrible pantano en el que está hundiéndose el mundo (eran los años de las guerras en Irak y en Afganistán, ndr.), tal vez irreversiblemente, a menos que no suceda nada grande. Puede parecer un sermón…».


El padre d’Escoto, indicó la Radio Vaticana, siempre ha aceptado la pena canónica en la que había incurrido durante los años 80, incluso sin dejar de ser miembro de la propia sociedad misionera, sin desempeñar ninguna actividad pastoral. Desde hace algunos años, el sacerdote abandonó el compromiso político. El padre d’Escoto, prosigue la emisora de la Santa Sede, escribió una carta al Papa en la que le manifestó su deseo de «volver a celebrar la santa Eucaristía» antes de morir. El Papa respondió afirmativamente a su deseo.

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