miércoles, 1 de junio de 2016

Palabra del día


libro


Libro proviene de liber, la palabra con que los romanos designaban la parte interior de la corteza de los árboles, que usaban para escribir. Con ligeras variantes, este vocablo se repite en todas las lenguas romances modernas (livre en francés, livro en portugués, libro en italiano, llibru en asturiano, entre otras). 


El primer libro impreso de la historia –una Biblia en dos tomos, con 1282 páginas escritas en caracteres góticos, conocida como la Biblia mazarina– fue editado por el propio inventor de la imprenta, Johannes Gutenberg. Este impresor alemán construyó la primera prensa de tipos móviles en Maguncia en 1454, un año después de la toma de Constantinopla por los turcos, hecho que dio inicio a la llamada época moderna. 


Sin embargo, los primeros libros manuscritos ya habían aparecido unos dos mil años antes, en Corea y China, confeccionados con hojas de palmera, tablas de madera pulida, corteza de árboles y hojas de seda. Algunos siglos después, aparecieron libros hechos con placas de arcilla en Asiria y Caldea y también en Roma, con pergaminos confeccionados con piel de carnero. Con esos materiales, se comprende que los primeros libros fueran muy diferentes de los que hoy conocemos. Los de pergamino, por ejemplo, eran rollos que aparecían escritos de un solo lado, pero en la época de Augusto, alguien tuvo la idea de doblar los grandes pergaminos en hojas, cortarlas y coserlas en cuadernos (v. cuaderno) para darle al libro la forma rectangular que ha conservado hasta nuestros días. 



Otros envíos de Ricardo Soca se pueden leer en En Perspectiva.


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