sábado, 23 de enero de 2016

“Hay una exageración 

en la franciscomanía”

Carlos Ñáñez celebra mañana los 25 años como obispo. 
Repasa su historia, muestra cómo vive y describe cómo ve la sociedad en la que ejerce.

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Se levanta a las 6 de la mañana. Medita, reza. Lee los diarios de papel, que cada mañana aparecen en el living del segundo piso que ocupa, en el Arzobispado de Córdoba. Durante el día, sigue las noticias por Internet.
Tiene audiencias casi toda la mañana, almuerza y cumple un hábito estricto que jamás deja de lado: “Acá la siesta es religiosa”, dice, y lanza la carcajada.
Su habitación es monacal: una cama, una mesa de luz y el baño. Comparte con el obispo auxiliar una pequeña cocina. La pava y el mate se usan todo el día. Sorprende esa austeridad dentro de uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, frente al Patio Olmos.
Carlos Ñáñez hizo la primaria en la escuela Sarmiento, en Cofico, y el secundario en el Liceo Militar General Paz. El entonces arzobispo Raúl Primatesta lo ordenó sacerdote en 1971. El 24 de enero de 1991 recibió la Consagración Episcopal.
Desde 1999, es arzobispo de Córdoba. A punto de celebrar los 25 años como obispo, dialogó con La Voz del Interior .
No esquivó preguntas.
–¿Qué le falta a la clase política que conoció en estos 25 años?
–Hablar con verdad en todo momento. No dibujar las realidades.
–¿Ayudó a la Iglesia la “franciscomanía”?
–Ha tenido un impacto positivo, por la figura del Papa, sus gestos, sus palabras. Pero es característico como argentinos eso de que para cualquier cosa acudimos al Papa.
–¿Hay un abuso?
–Sí, hay, una exageración. A todos les gusta recibir un llamado, una carta... pero él tiene la responsabilidad de toda la Iglesia y hay cosas muy delicadas. No puede seguir la realidad argentina como si estuviera acá.
–¿Cómo ve la Iglesia del futuro, en temas como el matrimonio igualitario o el celibato?
–En cuanto al matrimonio igualitario, es clarito que no habrá cambios. Y del celibato, no puedo decir cómo será. Sí me gustaría que podamos llegar a más personas, a las periferias, geográficas y existenciales.
-Raúl Primatesta lo ordenó sacerdote, y usted trabajó con él. Fue una figura polémica en Córdoba. ¿Cómo lo recuerda?
–Conmigo fue siempre muy respetuoso, bondadoso, más bien parco, muy reservado. Tenía un estilo de ministerio y de gobierno muy personal. Pero era un hombre de una gran capacidad de trabajo, con una dedicación a fondo de la tarea pastoral. Le tocaron momentos difíciles en Córdoba tanto desde el punto de vista eclesial como desde lo social.
-¿Cómo es su relación con el papa Francisco?
–Tuvimos siempre muy buena relación. Yo lo conocí acá. No sabía que él estaba el Córdoba. El día que lo nombraron Obispo auxiliar de Buenos Aires me lo presentaron. Nos saludamos, y después ya nos vimos en el ámbito de la Conferencia Episcopal. Cuando yo estaba en Tucumán nos encontramos para charlar de diversos temas. Compartimos un almuerzo en Buenos Aires. Enseguida me trasladaron a Córdoba. Siendo ya él presidente de la Conferencia Episcopal charlamos varias veces y siempre me atendió muy cordial y fraternalmente.
Pobreza
-¿Cómo considera que evolucionó la pobreza en el país en estos casi 45 años que lleva como sacerdote?
–La pobreza entre nosotros es un escándalo. Es una cosa dolorosa en nuestra patria. Sobre todo cuando se trata de indigencia o miseria. Cómo es posible que un país con las oportunidades y potencialidades que tiene esté así. En 1995, Juan Pablo II me trasladó a Tucumán. Fue la primera vez en mi vida que vi la desnutrición. Después pensaba: ¿cómo es posible, en un país que puede alimentar 300 millones de personas? Es un tema que hay que resolver. No puedo dar una solución técnica, pero es un tema de distribución.

La grieta
–¿Le parece que la sociedad argentina está dividida?
–Hay una sociedad dividida, pero no es insuperable. Me parece que está metido en nuestra idiosincrasia. Me acuerdo de un documento publicado por el Episcopado en 1981 que planteaba ciertas cosas que ayudaron en la recuperación democrática. Allí decía que había ciertas cosas que no se habían superado. Por ejemplo, la diferencia entre unitarios y federales. Ha habido muchos gobiernos y tenemos una historia de desencuentro. Pero hay que superarla, no verse más como enemigos sino aceptar nuestras diferencias”.

Homosexualidad
–¿Qué le parece la postura del Papa respecto de los homosexuales y de los divorciados, que incluso provocan una discusión en el seno del Vaticano?
–“Creo, por un lado, que hay una presentación mediática que a lo mejor no enfoca exactamente la cuestión. Estoy de acuerdo con el enfoque que el Papa quiere dar. No sólo él, sino muchos obispos: un trato respetuoso, digno, ver posibilidades de inserción en la comunidad para estas personas. 
Divorciados. 
“Hay un camino que la Iglesia va haciendo, desde hace tiempo (desde Juan Pablo II). Se va tratando de discernir caso por caso y ver cuál es el camino para acompañamiento y ayuda. Siempre con una actitud respetuosa”.
Solidarios
–¿Cree que vivimos en una sociedad solidaria?
–Frente a ciertas necesidades o emergencias, se expresa una solidaridad que está en el corazón de los argentinos. Ahora bien: sostener eso y hacerlo un estilo de vida, ya es más complicado. El ámbito cultural que favorece el individualismo y cierta característica nuestra como pueblo, van en esa línea. Ahí nos desentendemos. Hay que tener en cuenta que es tan solidario ayudar ante una inundación como pagar un impuesto, observar las normas y las leyes. Eso es expresión de solidaridad también y permite una vida más digna.
Bodas de plata
Misa. Carlos Ñáñez dará gracias a Dios por sus 25 años de ministerio episcopal celebrando una misa en la basílica Santo Domingo –Vélez Sársfield y Deán Funes, ciudad de Córdoba– mañana a las 8. Transmiten Cadena 3 y Canal C.

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