Francisco le dijo basta al lucro de las bendiciones papales
Prohibió que se vendan los tradicionales pergaminos en
locales fuera del Vaticano; los ingresos, sólo para caridad.
Francisco, ayer, tras el
Angelus. Foto: EFE
ROMA.-
En el marco de la nueva "política económica" impuesta en el
Vaticano, a través de la cual se busca lograr transparencia, control de gastos
y austeridad, Francisco decidió ponerle punto final al negocio de los
pergaminos con bendiciones papales, que hacían lucrar y ganar grandes sumas a
diversas tiendas de la zona de la Basílica de San Pedro.
Fieles de todo el mundo, entre ellos muchísimos argentinos, suelen comprar
en diversos negocios que hay alrededor de la Via della Conciliazione esos
pergaminos -que cuestan entre 10 euros y hasta 50, o más, dependiendo del
papel, el diseño y la caligrafía- con la bendición del Papa. Las bendiciones suelen pedirse para
familias, matrimonios, bautismos, confirmaciones y aniversarios de casados.
Luego de analizar el tema con sus colaboradores y cayendo en la cuenta de
que se trata de un gran negocio que poco tiene que ver con esa Iglesia pobre
para los pobres que reclama, Francisco decidió sacarles la concesión a quienes
las venden, lucrando con ello.
Los negocios en cuestión, en efecto, destinan una mínima parte de lo
recaudado a la limosnería apostólica pontificia, la oficina de la Santa Sede
que tiene la tarea de practicar la caridad en favor de los pobres en nombre del
Papa (de una bendición vendida a 50 euros, sólo 3 son para fines benéficos).
Tal como informó ayer la prensa italiana, a partir de enero quien quiere una
bendición papal tendrá que pedirla directamente a la limosnería pontificia,
algo que en verdad ya se podía hacer, personalmente o por correo, como indica
la página web de esa oficina del sitio del Vaticano. En este caso, se paga
entre 6 y 25 euros, según el tamaño.
Fue el papa León XIII (1878-1903), con el objetivo de fomentar la
recaudación de fondos para obras de caridad confiadas a la limosnería, quien
creó la tradición de conceder a los fieles la bendición apostólica por medio de
diplomas en papel pergamino, a través del limosnero pontificio.
"Se debe tener presente que los costos señalados para la concesión de
la bendición papal son únicamente para hacer frente a los gastos del diploma,
la preparación y la expedición de éste y a una aportación para las obras de
caridad del Papa", afirma el sitio de la limosnería del Vaticano.
"Todos los ingresos recibidos por la limosnería apostólica, como
contribución a la obtención de los pergaminos con la bendición, se dedican en
su totalidad a la acción benéfica que esta oficina practica a favor de los
necesitados, que cotidianamente solicitan la colaboración del Sucesor de
Pedro", agrega.
Fue en ocasión del Año Santo de 1950 que el Vaticano comenzó a utilizar a
colaboradores externos, porque no daba abasto dada la avalancha de pedidos
debido a la cantidad de peregrinos que llegaban a Roma.
Pero ahora cambiará todo. El 12 de abril pasado, de hecho, el limosnero de
Francisco, el polaco Konrad Krajewski, les mandó una carta a los titulares de
los negocios de la zona del Vaticano habilitados a vender los pergaminos en
cuestión, en la que les anunciaba que la concesión se terminará
indefectiblemente a fin de año. La noticia no cayó nada bien entre los dueños
de las tiendas, que suelen vender entre 15.000 y 20.000 pergaminos por mes, y
que decidieron protestar enviándole una carta al Papa.
En una clara señal de la descentralización y simplificación que busca
Francisco en el manejo de este tipo de cosas, el limosnero polaco también hizo
saber en su misiva a los comerciantes que, a partir de septiembre de este año,
también tienen la facultad de conceder pergaminos con la bendición apostólica
las nunciaturas (es decir, las embajadas del Vaticano) en todo el mundo.
Lo importante, en cualquier caso, es que lo recaudado vaya a los pobres y
que nadie lucre con ello.
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