viernes, 26 de febrero de 2016

Todos igualmente moriréis

Xabier Pikaza
Dom 3. Cuaresma, ciclo C. Lc 13, 1-9. Así responde Jesús:
-- Le dicen que han muerto dieciocho cuando ha caído la torre de Siloé, y él recuerda entonces que otros muchos galileos han muerto, asesinados por el gobernador de Roma en el mismo templo.
-- Las circunstancias son serias sigue diciendo Jesús, tanto en un plano físicos (torres caídas) como social (matanzas políticas), para añadir que el tiempo exige una gran conversión (meta-noia), cambio de ser y pensar, pues de lo contrario todos igualmente moriremos (nos mataremos, pereceremos).
Éste es el argumento de la primera parte del evangelio del domingo (los muertos de la torre, los muertos de Pilato: Lc 13, 1-5); la segunda trata de la higuera humana que lleva mucho tiempo sin dar frutos, de forma que el Señor quiere ya cortarla, pues no hace más que estorbar en su campo, como diciendo así que le especie humana está en peligro inminente de destrucción (Lc 13, 6-9).
Las dos “historias” (los muertos y la higuera) son distintas, aunque se encuentran vinculadas por la urgencia de la “hora” y por el riesgo de la muerte. Las dos son importantes, y por eso las quiero presentar por separado, para así poner de relieve su escalofriante actualidad, su gran realismo.
Hoy me ocupo pues de la primera, que evoca dos tipos de muertes.
(a) Una parece de “accidente” cósmico: Una torre de Jerusalén se cae y mata a dieciocho. Pero es un accidente "provocado" por aquellos que construyen torres de seguridad soberbia (bombas atómicas, obras que polucionan aires, mares y tierras), como la de Siloé... torres que al fin caen sobre aquellos que las edifican (como la de Babel: imagen).
(b) La otra historia plantea el tema del asesinato político directo, del riesgo de genocidio universal: Pilato, gobernador imperial romano, mata a un grupo de peregrinos galileos, pensando que son peligrosos(como unos terroristas), pero con ello sólo hace una cosa: aumenta la espiral de la violencia (en esa línea puede verse el coloso de Goya).

Ante esos riesgos sólo hay un camino: La con-versión radical (meta-noia): Si no cambiamos de forma de ser (pensar y actuar) pereceremos todos.

No se trata pues del juicio final de Dios, sino del riesgo de la muerte final de una humanidad que se destruye a sí misma. Un tema de increíble actualidad, que el Papa Francisco ha planteado de un modo fuerte en su encíclica sobre la “ecología” o, mejor dicho, sobre la posible eco-thanatología (la destrucción de la humanidad).
Para seguir leyendo:
http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php/2016/02/26/dom-28-2-16-todos-igualmente-morireis

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