sábado, 20 de febrero de 2016

col masia

Coincidiendo con la Semana Mundial de la Armonía Interconfesional (proclamada por la Asamblea General de Naciones Unidas en su resolución 65/5 de 2010), en una pequeña "comunidad de base cristiano-budista", que se reúne en el barrio de Nerima (Tokyo), hemos celebrado un día de retiro y meditación sobre el perdón y la reconciliación en medio del mundo conflictivo actual.

Para orar juntos por la paz en una liturgia interconfesional, se eligieron dos lecturas, una budista y otra cristiana. La budista fue el capítulo 20 del Sutra del Loto: El bodisatva despreciado que a nadie despreció; la cristiana, el Padre Nuestro, en el contexto del capítulo 6 del Evangelio según la tradición de Mateo.

Los versos del Sutra del Loto sobre el bodisatva Sin Menosprecio rezan así:

Eran los días del Dharma en decadencia / los monjes especulaban con teorías / carentes de autenticidad / El bodisatva Sin Menosprecio / se les acercaba y decía: / No os menosprecio, estáis llamados a la Iluminación. / Ellos, al oírle, se burlaban y le injuriaban. / Pero él lo soportaba inmutable. / Gracias a este bodisatva, mucha gente se convirtió / y caminó hacia la Iluminación.

Para compartir el Padre Nuestro, nos sirvió la paráfrasis compuesta hace unos años en un taller de espiritualidad interconfesional. La he recogido traducida en mi libro Vivir. Espiritualidad en pequeñas dosis, Desclée, 2016. Dice así:
Oración desde la vida a la Vida:
Fuente de la Vida, que estás en la vida, que estás en mi vida, que estás en todas partes, vivificándolo todo. ¡Gracias por la Vida que nos vive!
Que nos demos cuenta de que está llegando siempre el Reinado de la Vida. Que lo construyamos vivificándonos, dándonos vida mutuamente y dando en todo un sí a la Vida.
Que recibamos fuerza de vivir, fortaleza de cuerpo y espíritu con pan de vida y esperanza.
Que nos capacitemos para vivir en reconciliación, recibiendo y dando perdón, y para convivir con las personas más desfavorecidas, con quienes son diferentes y con quienes nos muestran enemistad.
Que seamos liberados de todo mal: del mal en nuestro interior, y del mal que vulnera las relaciones humanas. Y que de fruto el trabajo por la liberación del mal social.
(Vivir. Espiritualidad en pequeñas dosis, RD/Desclée, 2016, cap. 66)

Juan Masiá

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