Diez derechos del corazón
Leonardo Boff
Actualmente se constata una
fecunda discusión filosófica sobre la necesidad de rescatar la razón cordial,
como limitación a la excesiva racionalización de la sociedad y como
enriquecimiento de la razón instrumental-analítica, que dejada a su libre
curso, puede perjudicar la correcta relación con la naturaleza, que es de
pertenencia y de respeto a sus ciclos y ritmos. Enumeremos algunos derechos de
la dimensión del corazón.
1.
Protege el corazón que es el centro biológico del cuerpo humano. Con sus
pulsaciones riega con sangre todo el organismo haciendo que viva. No lo
sobrecargues con demasiados alimentos grasos y bebidas alcohólicas.
2.
Cuida el corazón. Es nuestro centro psíquico. De él salen, como advirtió Jesús,
todas las cosas buenas y malas. Compórtate de tal manera que tu corazón no
necesite sobresaltarse ante riesgos y peligros. Mantenlo apaciguado con una
vida serena y saludable.
3.
Vela tu corazón. El representa nuestra dimensión profunda. En él se manifiesta
la conciencia que siempre nos acompaña, nos aconseja, nos advierte y también
nos castiga. En el corazón brilla la chispa sagrada que produce en nosotros
entusiasmo. Ese entusiasmo filológicamente significa tener un “Dios interior”
que nos calienta e ilumina. El sentimiento profundo del corazón nos convence de
que el absurdo nunca va a prevalecer sobre el sentido.
4.
Cultiva la sensibilidad, propia del corazón. No permitas que sea dominada por
la razón funcional. Armonízala con ella. Por la sensibilidad sentimos el
corazón del otro. A través de ella intuimos que también las montañas, los
bosques y las selvas, los animales, el cielo estrellado y el mismo Dios tienen
un corazón pulsante. Finalmente nos damos cuenta de que hay un solo inmenso
corazón que late en todo el universo.
5.
Ama tu corazón. Es la sede del amor. El amor que produce la alegría del
encuentro entre las personas que se quieren y que permite la fusión de cuerpos
y mentes en una sola y misteriosa realidad. El amor que produce los milagros de
la vida por la unión amorosa de los sexos y la entrega desinteresada, el
cuidado de los más desvalidos, las relaciones sociales inclusivas, las artes,
la música y el éxtasis místico que hace a la persona amada fundirse en el
Amado.
6.
Ten un corazón compasivo que sabe salir de sí y ponerse en el lugar del otro
para sufrir con él, cargar juntos con la cruz de la vida y también juntos
celebrar la alegría.
7.
Abre el corazón a la caricia esencial. Es suave como una pluma que viene del
infinito y, con el toque, nos hace percibir que somos hermanos y hermanas y que
pertenecemos a la misma familia humana que habita en la misma Casa Común.
8.
Dispón el corazón para el cuidado, que hace al otro importante para ti. Él sana
las heridas pasadas e impide las futuras. Quien ama, cuida y quien cuida, ama.
9.
Amolda el corazón a la ternura. Si quieres perpetuar el amor rodéalo de ternura
y de gentileza.
10.
Purifique día a día el corazón para que las sombras, el resentimiento y el
espíritu de venganza, que también anidan en el corazón, nunca se sobrepongan al
bien querer, a la finura y al amor. Entonces, tu corazón latirá al ritmo del
universo y encontrará reposo en el corazón del Misterio, la Fuente originaria
de donde procede todo, que nosotros llamamos sencillamente Dios.
Estas
cinco recomendaciones que refuerzan el amor están llenas de sentido.
1.
Pon corazón en todo lo que pienses y en todo lo que hagas. Hablar sin corazón suena
frío e institucional. Las palabras dichas con corazón llegan a la profundidad
de las personas. Se establece entonces una sintonía fina con los interlocutores
u oyentes que facilita la comprensión y la adhesión.
2.
En el razonamiento articulado procura poner emoción. No la fuerces porque ella
debe revelar espontáneamente la profunda convicción de lo que crees y dices.
Sólo así llega al corazón del otro y se hace convincente.
3.
La inteligencia intelectual fría, que pretende comprender y resolver todo,
genera una percepción racionalista y reduccionista de la realidad. Pero también
el exceso de razón cordial y sensible puede decaer en el sentimentalismo
almibarado y en proclamas populistas que alejan a las personas. Hay que buscar
siempre la justa medida entre mente y corazón pero articulando los dos polos a
partir del corazón.
4.
Cuando tengas que hablar a un auditorio o a un grupo, procura entrar en
sintonía con la atmósfera que hay allí. Al hablar, no hables solo desde la
cabeza, da primacía al corazón. Él siente, vibra y hace vibrar. Las razones de
la inteligencia intelectual solo son eficaces cuando vienen amalgamadas con la
sensibilidad del corazón.
5.
Creer no es pensar en Dios. Creer es sentir a Dios desde el corazón. Entonces
nos damos cuenta de que estamos siempre en la palma de su mano y que una
Energía amorosa y poderosa nos ilumina y calienta, y preside los caminos de la
vida, de la Tierra y de todo el universo.
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