«El padre Espinal predicó el Evangelio, por esto lo mataron»
Ayer Francisco se detuvo a rezar en el lugar en donde fue encontrado el cadáver del jesuita asesinado por los militares e 1980
ANDREA TORNIELLI
LA PAZ
“Me detuve aquí para saludarlos y, sobre todo, para recordar a nuestro hermano, víctima de intereses que no querían que se luchara por la libertad de Bolivia. El padre Espinal predicó el Evangelio y este Evangelio dio fastidio. Por esto lo eliminaron”. Ya había oscurecido en La Paz, mientras el Papa se dirigía desde el aeropuerto de El Alto a la capital boliviana, La Paz. Mandó detener el papamóvil para una etapa prevista en el programa. La curva, en el km. 8 del camino para Chacaltaya, en donde el 22 de marzo de 1980 fue abandonado el cadáver del padre Luis Espinal, llamado “Lucho”, jesuita español, poeta, periodista y cineasta (se especializó en cine y televisión en la Universidad Católica de Milán), misionero en Bolivia desde 1968.
El padre Espinal participó en las luchas sociales y en la huelga de hambre de 19 días de 1977, viviendo noche y día al lado de las familias de los mineros. Fue arrestado el 21 de marzo de 1980 por los paramilitares, durante la dictadura de los coroneles Luis García Meza y Luis Arce Gómez (este último está enfrentando un proceso en la actualidad). Al día siguiente, su cuerpo recibió 17 disparos y fue abandonado en este camino que pasa al lado del río Choqueyapu. Su muerte provocó un trauma en la población, que participó masivamente en su funeral, celebrado el 24 de marzo de 1980. En 2007, el presidente Evo Morales declaró el día 21 de marzo “Día del cine boliviano”, para conmemorar el asesinato, y reconoció todo lo que Espinal había hecho por los derechos humanos y también su aporte a la cinematografía de Bolivia.
Papa Francisco permaneció en el papamóvil, con un poncho de color blanco, para protegerse del frío. Primero saludó a los fieles que lo esperaban en ese lugar. Después dijo simplemente que Espinal fue asesinado porque predicaba el Evangelio. Muchos, demasiados obispos y sacerdotes misioneros fueron asesinados durante muchos años por las dictaduras latinoamericanas, y, a menudo, su sacrificio no ha sido reconocido ni siquiera dentro de la misma Iglesia, en donde se les consideraba “comunistas”, como en el caso eclatante del obispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, asesinado mientras celebraba misa y beatificado por Papa Bergoglio.
Francisco pidió un minuto de silencio y de oración en memoria de este jesuita. Y añadió: “Que el Señor tenga en su gloria al padre Luis Espinal, que predicó el Evangelio que nos ha dado la libertad, que nos hace libres como a todos los hijos de Dios. Jesús nos ha traído esta libertad, él predicó este Evangelio. Que Jesús lo tenga a su lado, que el Señor le conceda el reposo eterno”.
El padre Espinal, a los que le sugerían que no se expusiera, que no declarara su posición en contra de la dictadura en el poder, solía responder: “Muchos dejan la Compañía de Jesús porque se enamoran. ¿Acaso debo dejarla yo también por haberme enamorado de este pueblo que me honra con su confianza?”. Por ello, sus amigos grabaron sobre su tumba esta única frase: “Asesinado por ayudar al pueblo”.
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