NO BAJAR LAS
MANOS
Ex 17,8-13:
"...mientras Moisés tenía los brazos levantados..."
2 Tim 3,14-4,2:
"En nombre de su manifestación y de su reino: proclama la palabra de
Dios"
Mc 18,1-8:
"¿Dios no hará justicia a sus elegidos que claman a él día y noche?"
TEMA: PERSEVERANCIA: en la oración, en la construcción
del Reino de Justicia.
No significa CRUZARSE
DE BRAZOS sino ORACIÓN CONFIADA Y
ACTIVA. Moisés LEVANTA LAS MANOS: manos vacías, manos en oración. Recluta otras
manos no para la agresión sino para no
dejar caer los brazos. Dios es siempre fiel, y le interesa el bien del hombre.
Las manos no se levantan al cielo porque se quiere
escapar de la tierra (escudo espiritualista). Las manos se levantan al cielo porque estamos
decididos a cambiar el mundo. Se ora
para comprometerse; para no bajar los brazos en la tarea de transformar el
orden (desorden) existente. Luchar
orando u orar luchando. No
confiando en ningún juez corrupto sino en Dios que es fiel. El secreto del CAMBIO está en la PACIENCIA
INTERMINABLE.
¿Cómo Dios no hará
justicia a sus ELEGIDOS? ¿Dios elige a unos y a otros no?... Para
muchos el no sentirse escuchados ante la injusticia genera un dolor y
resentimiento que provoca un alejamiento definitivo de Dios. No siempre
se cumple lo que nosotros pedimos, porque El es respetuoso de nuestra libertad. “LE PEDIMOS COMO LO QUE SOMOS, DIOS NOS DA
COMO LO QUE ES”.
Hay que orar
insistentemente para lograr vencer la sordera; no la
de Dios, evidentemente, sino la nuestra. Orar para escuchar la voz de los pobres, el grito de los oprimidos.
Una lectura superficial del texto evangélico nos puede
hacer pensar que la oración cristiana es el grito desesperado de quien no tiene más remedio que acudir a
Dios para que le solucione los problemas. Muchas veces por interpretar así se
terminó justificando el triunfo del más fuerte y del orden (desorden) establecido
para que los cristianos se queden pasivos y las cosas no cambien. Pero leyendo
bien sabemos que jamás en el evangelio la oración fue cruzarse de brazos.
Además la misma parábola nos muestra a la viuda como valientemente enfrenta al juez injusto. Se trata de creer en los
valores del evangelio, que no dan resultados inmediatos porque no se apoyan
en la prepotencia sino en el amor y el respeto a los demás. Orar para no bajar los brazos. (= REZÁ Y TRABAJÁ, el lema de San Benito)
Celebremos el esfuerzo, las ganas, el tiempo, la garra
y la creatividad de todos aquellos que a diario buscan justicia: cuando dan
de comer; cuando enseñan a pensar; cuando garantizan un derecho; cuando
favorecen un empleo digno; cuando hacen llegar los servicios y posibilidad de
vida a todos; cuando se sientan a escuchar al que está solo o en
problemas; celebremos a tantos y tantas
que como la viuda del evangelio no bajan los brazos.
Si hay alguien que está estrechamente relacionado con
el milagro de la perseverancia en el amor y en la defensa de la justicia, es la
madre. Y no solo por dar a luz. Sino por todo lo que hace a lo largo de la
vida por “cuidar la vida de sus hijos”. Los sacan de sus entrañas para que vean
la luz. Los sacan de la situación indefensa de no saber hablar, ni comer, ni
caminar, ni valerse por sí mismos. Los sacan de la ignorancia y los hacen
personas capaces de relacionarse y de convivir. Y si nos ponemos a pensar y
hacer memoria, cada uno seguro que encontrará tantas situaciones en las que
mamá “luchó por nosotros”.
El milagro de la vida. Bendito sea Dios que nos regala la
vida. Bendito sea Dios que nos ha dado los medios y las posibilidades de vivir.
Bendito sea Dios que le ha dado al ser humano inteligencia, creatividad,
perseverancia y audacia para generar modos y formas de dignificar, de honrar la
vida. Hoy vemos muchas vidas “amenazadas” por la injusticia, por la falta de
amor. Cuanto necesitamos incorporar actitudes maternales a nuestras vidas, que
nos permitan “honrar la vida”… que nos permitan gozar del milagro de la
vida. ¡Cuántos están necesitando descubrir, ver, sentir estas actitudes:
paciencia y perseverancia!
Hay
algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto
para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla
constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En
realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal
punto que, un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado
semillas infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo
seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros! ¿Tardó sólo seis
semanas en crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en
desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este
bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían
sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años. Sin embargo, en
la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas y
triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del
crecimiento interno y que éste requiere tiempo. Quizás por la misma
impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo,
abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. Es
tarea difícil convencer al impaciente que solo llegan al éxito aquellos que
luchan en forma perseverante y coherente y saben esperar el momento adecuado”.
Menos mal que las madres “defienden la vida” con
paciencia sin descanso. El milagro de la vida, el valor de la vida… es lo que
moviliza la lucha por la dignidad de todos.
¡Feliz día a todas las mamá que
luchan día a día por HONRAR LA VIDA!
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