viernes, 18 de octubre de 2013

Pbro. Jorge Trucco

NO BAJAR LAS MANOS


Ex 17,8-13: 
"...mientras Moisés tenía los brazos levantados..."
2 Tim 3,14-4,2: 
"En nombre de su manifestación y de su reino: proclama la palabra de Dios"
Mc 18,1-8: 
"¿Dios no hará justicia a sus elegidos que claman a él día y noche?"


TEMA: PERSEVERANCIA: en la oración, en la construcción del Reino de Justicia.

La  Iglesia primitiva ansiosa por la Segunda Venida corría el peligro de sucumbir ante un mundo injusto. Es una invitación a controlar la impaciencia por la injusticia (JUSTICIA LARGAMENTE ESPERADA...).

No significa CRUZARSE DE BRAZOS sino ORACIÓN CONFIADA Y ACTIVA. Moisés LEVANTA LAS MANOS: manos vacías, manos en oración. Recluta otras manos no para la agresión sino para no dejar caer los brazos. Dios es siempre fiel, y le interesa el bien del hombre.

Las manos no se levantan al cielo porque se quiere escapar de la tierra (escudo espiritualista). Las  manos se levantan al cielo porque estamos decididos a cambiar el mundo. Se ora para comprometerse; para no bajar los brazos en la tarea de transformar el orden (desorden) existente.  Luchar  orando  u orar luchando. No confiando en ningún juez corrupto sino en Dios que es fiel. El secreto del CAMBIO está en la PACIENCIA INTERMINABLE

¿Cómo Dios no hará justicia a sus ELEGIDOS? ¿Dios elige a unos y a otros no?... Para muchos el no sentirse escuchados ante la injusticia genera un dolor y resentimiento que provoca un alejamiento definitivo de Dios. No siempre se cumple lo que nosotros pedimos, porque El es respetuoso de nuestra libertad.  “LE PEDIMOS COMO LO QUE SOMOS, DIOS NOS DA COMO LO QUE ES”.

Hay que orar insistentemente para lograr vencer la sordera; no la de Dios, evidentemente, sino la nuestra. Orar para escuchar la voz de los pobres, el grito de los oprimidos.

Una lectura superficial del texto evangélico nos puede hacer pensar que la oración cristiana es el grito desesperado de quien no tiene más remedio que acudir a Dios para que le solucione los problemas. Muchas veces por interpretar así se terminó justificando el triunfo del más fuerte y del orden (desorden) establecido para que los cristianos se queden pasivos y las cosas no cambien. Pero leyendo bien sabemos que jamás en el evangelio la oración fue cruzarse de brazos. Además la misma parábola nos muestra a la viuda como valientemente enfrenta al juez injusto. Se trata de creer en los valores del evangelio, que no dan resultados inmediatos porque no se apoyan en la prepotencia sino en el amor y el respeto a los demás. Orar para no bajar los brazos.  (= REZÁ Y TRABAJÁ, el lema de San Benito)



Celebremos el esfuerzo, las ganas, el tiempo, la garra y la creatividad de todos aquellos que a diario buscan justicia: cuando dan de comer; cuando enseñan a pensar; cuando garantizan un derecho; cuando favorecen un empleo digno; cuando hacen llegar los servicios y posibilidad de vida a todos; cuando se sientan a escuchar al que está solo o en problemas;  celebremos a tantos y tantas que como la viuda del evangelio no bajan los brazos.

Si hay alguien que está estrechamente relacionado con el milagro de la perseverancia en el amor y en la defensa de la justicia, es la madre. Y no solo por dar a luz. Sino por todo lo que hace a lo largo de la vida por “cuidar la vida de sus hijos”. Los sacan de sus entrañas para que vean la luz. Los sacan de la situación indefensa de no saber hablar, ni comer, ni caminar, ni valerse por sí mismos. Los sacan de la ignorancia y los hacen personas capaces de relacionarse y de convivir. Y si nos ponemos a pensar y hacer memoria, cada uno seguro que encontrará tantas situaciones en las que mamá “luchó por nosotros”.

El milagro de la vida. Bendito sea Dios que nos regala la vida. Bendito sea Dios que nos ha dado los medios y las posibilidades de vivir. Bendito sea Dios que le ha dado al ser humano inteligencia, creatividad, perseverancia y audacia para generar modos y formas de dignificar, de honrar la vida. Hoy vemos muchas vidas “amenazadas” por la injusticia, por la falta de amor. Cuanto necesitamos incorporar actitudes maternales a nuestras vidas, que nos permitan “honrar la vida”… que nos permitan gozar del milagro de la vida. ¡Cuántos están necesitando descubrir, ver, sentir estas actitudes: paciencia y perseverancia!

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que, un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros! ¿Tardó sólo seis semanas en crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años. Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas y triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. Es tarea difícil convencer al impaciente que solo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y coherente y saben esperar el momento adecuado”.

Menos mal que las madres “defienden la vida” con paciencia sin descanso. El milagro de la vida, el valor de la vida… es lo que moviliza la lucha por la dignidad de todos. 
¡Feliz día a todas las mamá que luchan día a día por HONRAR LA VIDA!


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