Papa
Francisco en Bangui:¡¡te esperamos!!
Se pueden suspender partidos de fútbol en Europa. Pero los africanos son de
otra pasta. Papa Francisco ha dicho que suspender la visita a Centroáfrica el
próximo 29 de noviembre, sería como un fracaso, como dar la victoria a los
violentos. Y las oraciones de los fieles suben como el incienso, para que todo
salga bien. Con todas las precauciones posibles, pero lo esperamos en Bangui,
después de haber visitado Kenia y Uganda. Una multitud inmensa tendrá los ojos
fijos en aquel religioso de sotana blanca que aparecerá por la puerta del avión
sobre las 10 de la mañana, llegado desde Uganda y Kenia, las primeras dos
etapas de su primera visita africana.
Mirando a Francisco entre la multitud estará mi amigo Admed, pues muchos
musulmanes esperan también esta visita como agua de mayo. Y el Imán de la
mezquita central de Bangui, el imán Kobina Layama, un hombre sencillo, humilde
y con una gran capacidad de perdón y de decir las cosas claras. Toda la clase
política lo esperará. De Centroáfrica y de los países limítrofes, conferencias
episcopales incluidas. Protestantes y fieles de diversas sectas estarán allí
porque está en el ambiente que esta visita rezumará miel para todos. El Papa
tiene previsto ir a la Mezquita musulmana en la avenida Koudoukou, zona muy
caliente desde hace muchos años. Le aconsejan que se encuentre con la comunidad
musulmana en otro lugar "menos complicado" para él y su séquito, pero
sobre todo para los miles de fieles que seguirán al Papa Francisco a donde vaya
y que, en aquel barrio, pueden encontrarse con una bomba de relojería. Irá
también al Centro Bautista y Evangélico, a un campo de desplazados, a un
orfanato y, sobre todo, a abrir la puerta Santa en la catedral de Bangui. La fórmula
es coraje con prudencia, la mirada puesta en el Dios de la fe, en la fuerza
demostrada mil veces del Jesús que "anduvo en la mar" aplacando las
olas furiosas que azotaban la barca.
He preguntado a la delegación de Bangassou si querían abandonar. Todos me han
dicho que no, que apechugan con lo que sea. Se pondrá en marcha el lunes 23 de
noviembre. Un camión con 69 personas, cada uno con su maleta. 750 kms de barro,
tierra roja y socavones. En la caja del camión varias sillas para las 10 monjas
y los 15 curas que hacen parte de los peregrinos que se desplazan para ver al
Papa y recibir sus bendiciones. En Bambari, a mitad del camino, se montará la
delegación de allí, una ciudad cruce de caminos, en donde la espiral de
violencia de las últimas semanas ha sido horrible. Los que no vayan sentados en
la caja del camión irán de pie, en simbiosis con el bamboleo del camión. Mínimo
tres días de viaje si nada se complica. "Complicación" es un
eufemismo porque se trata de que ninguna barrera de rebeldes armados hasta los
dientes los pare o los agreda (hay que pasar unas 20), de tiroteos
indiscriminados tanto en la zona musulmana como en la de los anti-balaka,
aunque la mayor preocupación es pasar por la zona mbororo (pastores
itinerantes que controlan una zona de 200 kms, que han sido golpeados sin
escrúpulos y ahora se vengan con los viajantes), hasta llegar al asfalto, a 120
Km de la capital, en donde puede pasar de todo por obra y maneras de
salteadores sin consciencia. A mí, mi Vicario General y mis curas me
prohíben subir al camión a causa de mis tres infartos y 9 muelles (stens) en el
corazón. Iré en avioneta el mismo 23. Iremos hacia Francisco dando tumbos, pero
con alegría, confiados de que su presencia es obra del Espíritu Santo capaz de
resucitar cadáveres.
En Bangassou llevamos
preparando el viaje una semana. Algunos peregrinos están como un flan. Ir ahora
a Bangui es ponerse encima del avispero sobre el que viven allí desde hace
muchos meses. Y, de paso, cabrear a las avispas. Pueden lanzar una granada
contra la multitud como hicieron el 4 de noviembre en una concentración de
universitarios. No explotó esa vez. Era de fabricación china. Pero quién sabe
si habrá una próxima. Hemos preparando el viaje desde la oración. ¡La oración
de 69 valientes! Estamos con la oración del peregrino ruso, la de la frase
(mantra) dicha con las cuentas del rosario, lentamente, sinceramente,
atentamente, con amor y cosechando siempre paz interior. Todo para que el miedo
no sea más fuerte que nuestra esperanza. La ilusión revolotea en el aire. Pero
también un temeroso respeto, porque la capital vive desde hace meses una
espiral de violencia que 12.000 cascos azules y 900 soldados franceses de la
Sangaris no han sido capaces de frenar. Centroáfrica se ha descompuesto en
pedacitos en los tres últimos años. Líneas rojas han aparecido por todo
el país dividiendo a musulmanes y no musulmanes, fragmentando la capital y
otras zonas. Hay como una epidemia de violencia que no para, que gangrena una
sociedad con olor a podrido y tensa, como la cuerda de una ballesta. La visita
del Papa Francisco se vive como una contrarreloj rezando para que la lista de
asesinatos no suba de los 120 muertos y 300 heridos que llevamos en pocas
semanas y se pare por la fuerza de su llegada.
El Imán Kobina Layama me da un abrazo cada vez que me ve. No por nada hace dos
años, por la fuerza de Dios, le salvé la vida. Íbamos en mi coche hacia el
aeropuerto con el arzobispo cuando varios centenares de exaltados, armados de
machetes y palos, pararon el vehículo para linchar al Imán. Cerré todo con el
mecanismo electrónico y me puse en la puerta para que nadie tocara a mi
huésped. Me dijeron que nadie quería hacerme daño a mí y al arzobispo, pero que
querían al Imán. El forcejeo duró una hora. El arzobispo Mgr Nzapalaïnga luchó
también por la vida de su amigo. Nos escapamos de chiripa, el pobre Imán,
tirado sobre la alfombrilla y protegido por los vidrios oscuros. Cada vez que
me ve me da dos besos y le dice a su esposa que se quite el velo para que yo la
bendiga.
Papa Francisco vendrá hacia nosotros hablando de paz y reconciliación. Nosotros
vivimos en un laberinto desde hace 3 años. Aún no hemos encontrado la puerta
para salir. Ojalá que el Papa nos enseñe otra salida, quizás por arriba, como
dice el poeta argentino Marechal que de "todo laberinto se sale desde
arriba". Ojalá que Francisco nos ayude a ponernos en el escalón
de arriba y dar con un nuevo itinerario que nos saque de esta violencia
infernal. O, simplemente, que nos abra la puerta del Jubileo de la Misericordia
en la catedral de la Inmaculada Concepción de Bangui para que, pasando por
ella, Jesús nos recoja, cual Buen Samaritano, nos cure y nos lleve a la posada
de la reconciliación.
¡¡¡Segunda parte, al
final de la visita!!!
Bangassou
20 noviembre 2015
+ Monseñor Juan José Aguirre,
Obispo de Bangassou (Centroáfrica)
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