martes, 2 de agosto de 2016

El Nuncio presidió la misa por los 40 años de la trágica muerte de monseñor Angelelli

Punta de los Llanos (La Rioja) (AICA): 
El nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig, visitó este fin de semana la provincia de La Rioja, donde presidió en Punta de los Llanos la misa por los 40 años de la trágica muerte de monseñor Enrique Angelli. Allí transmitió el saludo del papa Francisco y recordó al pastor riojano como “profeta y auténtico testigo de la fe en un país asolado por la violencia”. “Si aprovechamos esta conmemoración para reconciliarnos con el pasado, crearemos sentimientos de paz entre nosotros, obtendremos el don del perdón como signo de un nuevo indicio. Esta paz alegraría el cielo y monseñor Angelelli, y tantas víctimas nos asistirían para aliviar el peso de nuestra historia y caminar con confianza construyendo nuestro futuro”, reflexionó.
El nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig, visitó este fin de semana la provincia de La Rioja, donde presidió en Punta de los Llanos la misa por los 40 años de la trágica muerte de monseñor Enrique Angelelli. 

Obispos, comunidades eclesiales de base, agrupaciones sociales, sacerdotes y funcionarios del gobierno provincial acudieron a la ermita “El Pastor”, sobre la ruta nacional 38, para recordar al prelado riojano que predicó la opción preferencial por los pobres. 

El obispo de La Rioja, monseñor Marcelo Colombo, manifestó que “al dramatismo de un día como hoy, hace 40 años, la vida nos permite contrastarlo en la fe con esta celebración, donde hermanos de tantas comunidades de la diócesis de La Rioja y de la Iglesia argentina, nos unimos para testimoniar el triunfo de la Pascua de Cristo en Enrique Angelelli, servidor del Evangelio del reino con su propia vida”. 

El prelado riojano agradeció la presencia del nuncio, al afirmar: “Sabemos del cariño del papa Francisco por nuestra diócesis, de su presencia en aquellos tiempos difíciles. Monseñor Tscherrig nos trae el abrazo cálido de Francisco a cada riojano, a toda esta Iglesia de tierra adentro”. 

“La Iglesia en la Argentina quiere renovarse a la luz de la palabra de Dios que nos interpela y nos invita a seguir andando nomás en medio de las luces y las sombras de los contextos históricos de los propios errores, pecados, omisiones o incapacidades. Gracias por venir desde lugares tan lejanos geográficamente, pero tan cercanos en la memoria agradecida del corazón eclesial”, sostuvo dirigiéndose al representante papal. 

Monseñor Tscherrig presidió la misa en Punta de los Llanos, donde dijo que para él era “muy especial” visitar la diócesis de La Rioja para conmemorar con la comunidad diocesana el “cuadragésimo aniversario de la trágica muerte de monseñor Enrique Angelelli”, a quien recordó como “profeta y auténtico testigo de la fe en un país asolado de la violencia”. 

“Quiero recordar también a los hermanos sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville y al catequista Wenceslao Pedernera, ‘antesala dramática del asesinato de Mons. Angelelli’, como escribió su obispo monseñor Colombo”, agregó, y transmitió el saludo “en el nombre del Santo Padre Francisco que les envía su cariño y su bendición apostólica como signo de su cercanía espiritual y su amor por el pueblo de estas tierras”. 

El nuncio recordó que “el 4 de agosto de 2006, el entonces cardenal Jorge Bergoglio visitó La Rioja en ocasión del trigésimo aniversario de la muerte de monseñor Angelelli”, oportunidad en la que señaló que en aquella homilía el hoy Papa habló del diálogo del obispo con su pueblo y destacó que este diálogo “tiene esas dos actitudes que son: coraje para anunciar el Evangelio y aguante para sobrellevar las dificultades que la misma predicación del Evangelio provoca”. 

Asimismo, indicó que Bergoglio citó el documento postsinodal "Lumen gentium" para desarmar a los que atacaron a monseñor Angelelli “denigrando su labor pastoral y que declararon que no estaba en comunión ni con el Colegio Episcopal ni con el Papa”. 

“El cardenal caracterizó a monseñor Angelelli como ‘un enamorado de su pueblo’ con un gran corazón por los ancianos, los pobres, los enfermos, la justicia. Monseñor Enrique expresó ese amor en una poesía: ‘Déjame que te cuente lo que me quema por dentro; es amor que se hizo carne con chayas y dolor de pueblo’. Don Enrique estaba convencido ‘de que el hombre hecho de barro escondía adentro un proyecto de la Trinidad, un proyecto de Dios’, que era ‘una mezcla de tierra y de cielo, proyecto humano- divino’ que ‘en cada hombre se hace rostro y su historia se hace pueblo’, agregó. 

Monseñor Tscherrig aseguró que “monseñor Angelelli se hizo Evangelio por esta tierra riojana. El papa Francisco exhorta a poner un oído en el pueblo, para descubrir que un predicador es un contemplativo del pueblo de Dios. No cabe duda que para monseñor Enrique, Cristo ha encarnado en el pueblo y su historia para cualquier proceso de cambio y progreso. La crítica situación de su tiempo fue para él signo, ante todo, de una profunda crisis moral que requería traducir en hechos concretos el amor cristiano”. 

El nuncio afirmó luego que “don Enrique fue acusado, denigrado y perseguido junto con otros sacerdotes y religiosos laicos, pero él habló sin miedo. Es la misión del obispo y de toda la Iglesia cuidar para que las piedras vivas del cuerpo de Cristo sean respetadas, la piedra viva es cada hombre”. 

“Cuarenta años después de su muerte, el mismo pastor, don Enrique, nos pregunta si hemos realizado su sueño de ser piedras vivas de esta provincia de La Rioja, como monseñor Enrique nos interpelan todas las víctimas de la violencia, la arrogancia y prepotencia humana que nos piden ser un pueblo en armonía y comunión. Los muertos del pasado nos invitan a vivir como miembros del cuerpo de Cristo, a embellecer nuestra relación con Dios y los demás, a hacer morir todo lo terrenal”. 

“Si aprovechamos esta conmemoración para reconciliarnos con el pasado, crearemos sentimientos de paz entre nosotros, obtendremos el don del perdón como signo de un nuevo indicio. Esta paz alegraría el cielo y monseñor Angelelli, y tantas víctimas nos asistirían para aliviar el peso de nuestra historia y caminar con confianza construyendo nuestro futuro”, reflexionó. 

Por último, monseñor Tscherrig pidió agradecer al Señor por “la vida del hermano obispo Enrique y por todo el bien que ha hecho peregrinando en medio de nosotros. Que continúe rezando por nosotros ante el Señor, el eterno Pastor de su rebaño” y recitó el poema “Oración a mi sacerdocio” de Enrique Angelelli.+ 

No hay comentarios:

Publicar un comentario